Estás de pie frente a una pesada puerta metal. Llevas alrededor de media hora esperando a que aparezca la persona que te envió ese extraño mensaje: Te espero frente a la bodega número 12 del muelle cuatro a las nueve cuarenta y dos de la noche. El viento de la noche es calmo y alcanzas a oír a las cigarras cantar.

En eso, se acerca a ti un chico de cabello castaño con un largo mechón cayéndole sobre el ojo derecho, vestido con sencillos jeans, playera azul índigo y tenis de marca. Parece tener unos dieciocho años.

-Hola!! Lamento haberte hecho esperar.- sonríe. -El tráfico es una pesadilla en Tokio, no crees?-

Tu lo miras con extrañeza y desconfianza, y el chico te sonríe de nuevo.

-Perdona, no me he presentado contigo. Puedes llamarme Sodalite, -te extiende la mano- haré contacto entre los jefes y tu. -de nuevo lo miras con extrañeza, y te das la media vuelta para irte. -Oye! No me dejes hablando solo!-

Oyes que se quita el seguro de una semiautomática, y volteas. Sodalite te apunta con su arma.

-Escucha, has sido elegido y no puedes escapar. Tienes dos opciones, te quedas y trabajas para nosotros o mueres aquí. Verás, hay quince francotiradores apuntándote, así que no hay escapatoria. Que dices?-

Tu solo asientes, sabiendo que no tienes escapatoria. Sodalite guarda su arma.-Bien, como te decía, ahora trabajas para nosotros. Somos una organización llamada Assiah. Nuestro deber es acabar con aquellos criminales que la ley no puede tocar. Tu has llamado nuestra atención por tus habilidades y por eso te hemos escogido. Claro, el trabajo no será de gratis, te pagaremos suficiente para que cumplas todas tus necesidades...y más. Pero sígueme, tenemos mucho de que hablar.-

Sodalite te conduce adentro de la bodega.

-Bien, ahora escúchame. Tu deber de ahora en adelante es cumplir con las misiones que te asignemos. Pero debes estar consciente de que cada una de ellas involucra acabar con la vida del blanco asignado. Recuerda, aún puedes decir que no y descansar en paz.- No te queda mas remedio que aceptar, pues aprecias demasiado tu vida.

Dentro de la bodega, Sodalite y tu hablan de varias cosas, incluidas la elección de tu nombre clave y la flor de tu imágen que te servirá como password para acceder a varios archivos codificados.

Sodalite decide que es hora de finalizar la conversación.