Como
Tori dejó la mansión Ishiba Shinobu
La melancolía forma
parte de la vida, pero el día de hoy se respira en el ambiente. Ni aún los jardines tan amplios de la Mansión Shinobu son
capaces de borrar este sentimiento. La figura central parece sólo reafirmar la melancolía del momento, pues un sauce llorón
levanta sus ramas al cielo, pero sus hojas caídas hacen también decaer el semblante. Su reflejo en el pequeño lago contiguo
hace un esfuerzo por recordar la alegría de la vida.
Dentro de la mansión,
abierta de par en par, se divisan los ocupantes: una pareja adulta y una joven doncella, que se prepara para una ceremonia
del té que es el preámbulo a su partida del hogar. Luego de finalizada la ceremonia el hombre adulto, su padre, la abraza
efusivamente
– No quiero
dejarte ir, pero es la única manera en la que puedes proteger y ayudar a tu familia -.
La joven sólo alcanza
a decir – Soy yo la que ha tomado la decisión de protegerlos y lo haré aún a costa de mi vida-.
Con estas últimas
palabras la joven se despide de su familia, toma la maleta y se dirige a una limusina que la llevará a un lugar donde nada
está escrito.