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La Fuente del Equilibrio Rosario Pinelo
Música, aromas, sabores y texturas rodean el camino de tinieblas. Sabes que todo eso está ahí porque puedes sentirlo, olerlo o saborearlo, mas no puedes verlo. Caminas y tocas, y cada contacto es una sorpresa que te esfuerzas por identificar en tu memoria. No habrás acabado de adaptarte a la oscuridad cuando ahora las manos te invitan a recostarte. Te resistes, pero ellas te dan confianza. Entonces cedes y te acuestan sobre arena, para después colocar entre tus manos un nardo, entonces empezarán a cubrirte con algo parecido a un colchón de hojas, y después más arena. "¿Me han enterrado?" Te preguntas y ello te causa un poco de risa interior, pareces abandonarte. De pronto la conciencia de estar ahí con los ojos vendados y a merced de quién sabe quienes te hace sentir temeroso e inválido. Intentas calmarte sin lograrlo. El tiempo se te ha hecho interminable. ¿Acaso se habrán olvidado de ti? El temor se convierte en miedo. La música se escucha como un lamento -¿o ha cesado ya?-. Sin querer estás pensando en la muerte, en tu muerte. Entonces tu mente se desboca, el pánico se apodera de ella. Ya no sabes si esto es un juego o no. Quisieras gritar, levantarte y salir corriendo. El tiempo parece eterno. ¡Que termine ya! Piensas angustiado. No sabes que apenas empieza... Después de la temporada senso-perceptual (1995-1996) en la Iguana Azul, donde el tema los constituyeron Los cuatro elementos, Sensorama inicia una nueva etapa. En esta ocasión con La fuente del equilibrio. Siete años de investigación y experimentación sobre la percepción y la comunicación dieron lugar a esta idea, que Héctor Fernández define como una metodología para activar y desarrollar los sentidos del ser humano de una manera educativa y divertida. Al frente de cerca de treinta personas, entre músicos, actores, comunicólogos, bailarines y psicólogos, Fernández comenta que a través de la técnica conocida como sensorama se exaltan los sentidos, la creatividad y el aprendizaje del participante. Para ello se valen de un sistema de atmosferización de tactos, sonidos, aromas, gustos, imágenes de conceptos, música y ritos antropológicos. Cerca de seis meses llevó a este equipo montar la instalación de La fuente del equilibrio, que consta de cinco salas que no podrás ver, pero en las que tus emociones podrán salir a flote. "Lo que se busca es lograr una forma donde no sea la vista el principal conductor, sino que el participante pueda acercarse a la historia por los otros sentidos, esos de los que generalmente no tomamos conciencia, pero que están ahí. "Al mismo tiempo, queremos que las personas se desprendan de actitudes pasivas e interactúen como protagonistas. Por eso cuando llegan siempre les decimos que se dejen guiar, que se abandonen. En fin, que vuelvan a sentirse niños y sean capaces de jugar y explorar". Algunos trabajos anteriores del equipo de Héctor Fernández han sido realizados para museos como el Soumaya, el José Luis Cuevas, el del Templo Mayor y el Carrillo Gil, y para algunas instituciones privadas como la Universidad Intercontinental y la Hispano Americana, lo cual habla de la aceptación e interés por este tipo de trabajos, que buscan conducir al individuo a volver los ojos hacia sí mismo. El recorrido por el sensorama es de cerca de treinta y cinco minutos, en los que el participante interactúa no sólo con la escenografía, sino también con los sensoguías. En cada sesión hay quince de ellos, lo que permite dar a los visitantes un trato personalizado. "Nuestra idea es lograr que el sensorama llegue a convertirse en un centro de desarrollo senso-perceptual autofinanciable. Para ello tenemos planeado cambiar el programa después de cierto tiempo, con lo que la gente podrá vivir distintas experiencias". Sensorama, La Fuente del Equilibrio se presenta en el Centro Experimental La Moira, en José Vasconcelos 125, en San Miguel Chapultepec; sábado y domingo, 17:00 a 20:30 horas. Dulces percepciones.
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