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A los que han muerto

 
Plaza de la Revolución de La Habana “...que se purifique lo mejor del hombre a través del trabajo, del estudio, del ejercicio, de la solidaridad continuada con el pueblo y todos los pueblos del mundo, que se desarrolle al máximo la sensibilidad para sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en otro rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en un rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad.” 
Ernesto Guevara de la Cerna
 
LOS QUE HAN MUERTO

    Hace casi cinco años los jóvenes nos hicimos más jóvenes, recorrimos el tiempo años atrás, nos quitamos la pesada lápida de la historia empolvada, y redoblamos la marcha por la vereda larga, larga que va hacia el mañana, esta vez caminando todos juntos sin dejar a nadie atrás y siempre hacia adelante.

    Todos aquellos que somos jóvenes de corazón podemos estar seguros de que el camino por el cual vamos cantando himnos libertarios y agitando viejas y nuevas banderas, es un camino que lleva directo hacia un futuro fructífero y positivo. Pues es un camino construido por muchos desde hace tiempo con fe, amor, valor, razón, sangre y justicia, que son términos que inevitablemente conducen al porvenir racional.

    Y es que en cada joven está un trozo del futuro y con tremenda responsabilidad, estos jóvenes tenemos que escoger el camino de la memoria, la nueva organización y el trabajo continuado, no debemos escoger otra vez el camino del olvido y de la apatía, que es aquel al que nos dirigen los gobiernos desmemoriados, esos que en cada palabra de su discurso obsoleto y contradictorio, tiran una pala más de tierra sobre su ataúd esculpido elegantemente por ellos mismos.

   Tenemos la obligación moral de andar en esta senda, ¡ya han muerto demasiados!, y nosotros no pensamos dejar que mueran más. Contamos en nuestras filas fuerzas impresionantes, paradigmas universales, principios morales supremos y una historia de siglos, a esta confianza dada, es a la que tenemos que responder con trabajo y paciencia para construir la gran patria mexicana de la que hemos hablado durante tantos y largos años, esa misma nación que se nos ha prometido desde hace siglos por unos y por otros.

    Los que han muerto por sus justos ideales regresan de sus tumbas prefabricadas por el poderoso asesino, resurgen de sus fosas comunes a lo largo de todo el orbe; desde La Higuera en la lejana Bolivia hasta la explanada de Tlatelolco, los caídos nos confían sus errores, aciertos, creencias y principios para que aprendamos de ellos y recuperemos su paso en el camino de la historia.

    Ante el embate de los que tienen una mentira como corazón murieron muchos y valiosos compañeros, pero el pensamiento nunca perece y menos si éste es justo. Actualmente aquellos principios libertadores por los que se murió en las playas, en las selvas y las plazas son más actuales que nunca, tal vez su forma no sea la misma pero los principios innegablemente que son compartidos por los nuevos y los renovados luchadores.

    ¿Acaso el concepto universal del Hombre Nuevo es una moda pasada?, ¿acaso el ejército mexicano es ya ese que sirve al pueblo según la Constitución?, ¿acaso los asesinatos de mi raza han sido esclarecidos?, ¿acaso en Querétaro, Guerrero y Chiapas ya liberaron a los presos políticos?, ¿acaso el indígena ya no pasa hambre?, ¿acaso mi vecino el obrero recibe justa paga por sus largas horas de desgaste físico?. Si estas preguntas no tienen una respuesta humanamente aceptable, los estandartes que portaban los luchadores al ser vilmente asesinados son tan actuales como en el mismo momento en que se erigieron con enorme esperanza y en el que cayeron manchados de sangre.

    Aun nadie ha podido encerrar al rostro del Guerrillero Heroico en una isla solitaria y olvidada por sus hermanas y hermanos, aun la matanza de Acteal no ha podido ser reducida al olvido del racismo, aun no han podido usar a Tlatelolco como otro “ahora si”, aun no nos hacen creer que las armas caminan a las manos de los campesinos de Aguas Blancas, aun no han hecho callar a Lucio, ¡y más vale que los malditos pierdan sus esperanzas!, porque los principios que abarcan todas estas justas y fundamentales causas son demasiado grandes para que un puñado de aletargadores las escondan en una burocrática carpeta o un programa transmitido en la medianoche del 2.

    Los que han muerto bajo el odio del ambicioso, defendiendo los derechos más básicos del ser humano en cada rincón del mundo material y espiritual, con el único fin de hacernos la jornada de camino menos pesada, nos han enseñado con sus acciones que tenemos que acudir sin tardanza a la marcha que se ha iniciado desde varias zonas de México, especialmente al llamado del sur.

    El alma se nos llena de energía cada vez que llega una fecha que en su momento fue de muerte, pues ahora son fechas de despertar, en el que los muertos nos llenan a los vivos el corazón de banderas emancipadoras, son días de marcha y manifestación, de creatividad y arte revolucionario, de renovación y renacimiento.

    Así estamos en esta senda, así vamos caminando, el futuro es nuestro por lo tanto su camino también y los héroes nos lo confirman en las palabras pronunciadas hace años o recientemente, esas palabras que no podrán ser borradas por ninguna fuerza humana o sobrehumana.
 
    Ya hasta el silencio, cómplice del villano, se dejó de aliar con él para pasar a ser una de las principales, más poderosas y más creativas armas de paz jamás usada antes, el arma con la cual los hermanos indígenas mayas despertaron a una buena parte de la sociedad, el arma con la cual se desquició a toda la máquina decadente del poder gubernamental mexicano.

    Estamos en un momento histórico donde el porvenir está en juego. A los jóvenes de espíritu nos tocará decidir cual camino tomar: el de los necios olvidadizos o el de los que renacen con el único propósito de tomar lo que les pertenece desde tiempos ancestrales.

    Nunca antes el rumbo había estado tan claramente señalado, nunca antes habíamos avanzado tantos y tan convencidos hacia el mismo lugar. Es la hora correcta para decidirse a andar, que la única neblina que veamos sea aquella producto de la lluvia que refrescará el camino, que el último veneno que veamos sea aquel que produce el necio que miente al pueblo, ese veneno que absorben sus poros, que produce su organismo enfermo, y que le va provocando el desgaste moral que lo está llevando a su fin.

    A mi juventud no la van a convencer con un cadáver priísta señalado de culpable, ni con un puente de unisel en la tierra ahogada, ni con una Constitución obsoleta, estos jóvenes hemos secundado el ¡Ya basta! de los indígenas del sudeste, y junto con ellos y las minorías que formamos la mayoría, caminaremos juntos por el camino construido durante años, ese que va derecho al sol de la libertad, ese que los necios intentan tapar a toda costa, incluso la de su existencia.

    Ya los compañeros del EZLN han descrito muy bien uno de los próximos pasos que hemos de dar en nuestro andar: “ha pasado ya el tiempo en que la guerra del poderoso habló, no dejemos que hable más. Es ya el tiempo de que hable la paz, la que merecemos y necesitamos todos, la paz con justicia y dignidad”.

  Subcomandante Insurgente Zapatista Marcos  Reflexiona sobre tu papel en la historia, sobre el poder de tu entusiasmo, sobre la integridad no invadida de tu alma, deja que te invada la inmortal sensación de llevar en tu mano las armas de la paz, justicia y verdad, observa directamente a los ojos del que está en Santa Clara y déjate llevar por la promesa del camino que señalan sus ojos.

    Abre tus sentidos juventud, escucha el murmuro de la historia, siente el sufrimiento de los débiles, prueba la fuerza del cambio, huele el viento de la victoria, mira el temor que te tiene la maquina nefasta, libera a tu espíritu revolucionario, anda el camino libertario junto a tus hermanos y hermanas de todas las razas.
 

¡La senda esta trazada, la marcha iniciada y de aquí nadie nos va a parar, la patria es nuestra y así será!