Las Criaturas de Prometeo

Esta genial obra de Beethoven es muy especial en muchos sentidos. Primero porque es uno de los dos ballets que tiene, porque es una de esas obras que hay que decir que es "de juventud", porque de ella salen muchas ideas para su futuro de vida, y porque da otra imagen de lo que es o debe de ser Prometeo.

La idealización que como siempre hace Beethoven de las cosas, le lleva en este caso de Prometeo, a desarrollar en la escena a un servidor de los dioses que con el fallo de traspasar las fronteras de la confianza con sus dioses mayores, lleva su propósito de crear sus "criaturas" con la ayuda de Apolo, Pan, y otros personajes de la liosa y enredadora mitología Griega.

La obra se compone de una colosal obertura y tres actos, en ellos se desarrolla la historia de Prometeo que empieza como casi todas las historietas de este sinvergüenza escapado del Olimpo y puesto él a hacer la parejita del mundo; el hombre y la mujer. Con la Llama Divina las estatuas creadas por Prometeo toman vida, pero se da cuenta de que sólo toman vida, esto es, no tienen ni razonamiento ni sentimiento ni nada; no tienen Alma. Así que el muy gracioso decide destruirlas. Antes de eso presenta su "creación" ante la divinidad de Apolo, para que este las instruya en las artes y las ciencias. Así, las criaturas, de nombre Euterpe y Anfión comienzan a jugar y hacer el memo por todas partes.

Es aquí cuando la música hace acto de presencia y se dan cuenta de que están vivos, y encima, o además, se dan cuenta de que uno es hombre y otro es mujer, ya ves tú.

Marzo les inicia en la danza, y así danzan ante Baco, que se muestra gozoso de la vida de los personajillos y se marca un bailoteo de mucho cuidado.

En esto que aparece Melpómene con la tragedia de la muerte, y dándose cuenta de que Prometeo ha creado unas criaturas cuyo destino será la muerte, mata a Prometeo como castigo.

Talia hace que se releve a Prometeo y Baco y Pan llevan a todos a la danza.

Así, todos contentos y felices, bailan y bailan sin parar. Prometeo finalmente triunfa, pero triunfa gracias a todos los demás, y rinde homenaje a los Dioses.

El caso es que la historia cambia algo, no es desde luego como el "Imaginando 14" de nuestro sabio y genial Manú, pero al menos no hay un buitre ni ningún otro pájaro comiéndose las entrañas de nadie; si hay justicia que se haga por los dioses o emisarios de estos, pero no por cosas tan desagradables por muy malo que fuera desde otros puntos de vista de otras historietas el Prometeo de marras.

Hay que tener en cuenta que en lo único que sí se nota en Beethoven una especia de "juventud tonta" es cuando piensa en la "libertad de los hombres", que más tarde se dará cuenta de que el ser humano es tan solo una mentira, un ser despreciable y que no merece hacerle tántos honores y pensarlo como si fuera algo divino.

Lo Divino está en lo divino y en lo que se diviniza por medio del esfuerzo, la dedicación y la consiguiente entrega.

"Las Criaturas de Prometeo" es una obra musical que está llena de heroicidad y de una idealización del hombre a través de los Dioses. Al menos no es una pobre representación de un Prometeo listillo que se sale con la suya de engañar a los dioses, que es la idea más tonta que pudieron tener los graciosos de aquellas épocas mezclado con los graciosos de la Revolución francesa.

Este tipo de obras junto con muchísimas anécdotas de tipo politeístas, han llevado a la gente estudiosa de Beethoven a no saber qué religión procesaba el genio de Bonn, pues él mismo hace alusiones a los dioses Egipcios, a alguna divinidad Amerindia y siempre tiene como referente a Baco, pero no como la representación que mundanamente se le hace de mucho vino y mucho jolgorio, sino como la Suprema Libertad de los seres que Baco o Dionisos representa.


Obertura de Coriolano.

Beethoven compone esta magna obra en la misma época en que compone la Quinta Sinfonía y la Sexta, esto es, en tiempos titánicos absolutos.

No es que exista una época más titánica que otra en la vida de Beethoven, pero el hecho de que se reúnan tres obras descomunales dice mucho de cómo se encontraba el genio de Bonn.

Coriolano era un héroe romano que escapó de su ciudad por odio a la simpleza, por decirlo de una manera sencilla. La simpleza de las gentes, lo cobardes que son y los insuperables que se ven en todo, incapaces de sostener la tranquilidad y el respeto por las nuevas ideas.

Los héroes lo son por naturaleza, y necesitan de esa heroicidad durante toda su existencia, es como el Sol para las plantas.

De la obra escrita de Coriolano existen dos versiones, la de Shakespeare y la de José Von Collin; es para la obra del segundo autor que Beethoven compone su magnífica obra musical.

Pero como siempre Beethoven la transfigura, la hace suya y convierte a Coriolano en sí mismo. Beethoven es Coriolano, más aún, se hace más grande que el propio Coriolano, pues la Lucha de Beethoven se ha de levantar ante más gente desprovista de mente y ante más ideas antiguas que la leyenda del Coriolano romano.

Este descubrimiento lo hace por su cuenta uno de los mejores críticos que le tocó en vida a Beethoven, el señor Hofmann. Beethoven no cae en la cuenta de la existencia de ese tal Hofmann hasta pasados más de diez años. Hofmann escribía artículos para una revista magazine que se publicaba en Viena, en ella se hablaba de cultura y esas cosas raras.

Cuando escuchas la obra imperial de Coriolano te das cuenta que es cierto que está escrito por un Héroe, para un Héroe y para los Héroes que quieran continuar el arduo camino de ser diferente, de ser mejor, de estar por encima de la media.

El Arte de la superación no es algo que hayan llevado a cabo muchas personas en la Historia del intelecto, y los pocos que lo han hecho lo han pasado verdaderamente mal y han pagado con creces esa distinción que viene por naturaleza con el ser que quiere destacar de entre los mortales y mortecinos seres humanos.

Muchos de los héroes que han superado todo tipo de obstáculos y cuya obra ha sido titánica, han sido en vida adorados como tales Héroes por algunos Vivos, y otros hasta los han elevado a la categoría de Dioses. Tiempo después esa adoración "parece" caer en desuso, pero no es así. Hoy se sabe perfectamente por todos los que van más allá del arte, que tanto Beethoven como otros grandes creadores, han quedado para la historia ya no como grandes Héroes, sino como Dioses. No, no figuras endiosadas o falsamente mitificadas.

Lo que ocurre es que ahora cualquier pelanillas es un genio, y menos mal que no un Héroe. Ahora ser Héroe es mucho más caro que antes, porque siempre la mediocridad y la falsedad de los populacheros prohiben ser y tener esa actitud de Héroe ante la vida.

Y no digamos ser un dios, te machacan vivo.

Pero si vas discretamente por la vida, puedes ser todo lo alto que quieras en tu desarrollo, y puedes hacer descubrimientos colosales sin que esos pelanillas te puedan decir nada en absoluto.

Además contando con que estamos en la Kronos podemos ser dioses, magos, reyes, titanes y lo que nos dé la gana y que esté siempre por encima de la media. Y no como despotismo ni como ninguna palabra mal utilizada, sino como Derecho Divino que nos asiste por nuestra propia lucha a poder ser diferentes que los demás y pensar cosas que aún nadie ha pensado.

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