
Es posible que ya hayas visto muchísimas páginas del autor Nueva Inglaterriano, pero como esta te aseguro yo con los dedos en la mano que no. Y no es eso de hacer tonta publicidad y dárselas de no se qué, no, no, te lo estoy diciendo en serio.
Lovecraft para mí ha sido fundamental, y no es que sea la Oscuridad algo fundamental para la vida, los cuentos de Lovecraft no son oscuros, sólo muestran otra cara de las distintas realidades que nos vigilan, porque lo curioso es que nos vigilan.
De todos modos aquí no vas a encontrar los cuentos de Lovecraft, vas a encontrar entre otras cosas un pequeño ensayo sobre su obra que de momento consta de seis capítulos. Luego después, vienen unos poquillos relatos de mi propiedad registrada hasta en el fondo de los bolsillos, que con el tiempo y si éste me deja, también irán creciendo. Y como punto semifinal, otros relatillos (2) que van sobre el Terror en el Metro, ese medio de transporte que es tan eficaz, pero que a veces se convierte en algo caótico y tenebrosoooooo.
Así que nada, a disfrutar con lo que quieras. Si quieres o si tienes relatos que vayan en el plan Lovecraftiano, pues me lo mandas, al final de ésta página tienes la solución de cómo mandarme un mensaje con tu cuento o con tus opiniones, siempre buenas, claro, porque malas ya se que son, las historietas digo, pero algo tendrán cuando el río suena y depués se guarda el pañuelo en el bolso de la manga, ¿o no?
Bueno, pues eso, que usté lo disfrute.
La música que suena de momento es de Mussorgski, "Noche en el Monte Pelado" que da un poco de miedo, pánico y terrón. Enhorabuena, amigo, has elegido también bien esta vez, pues el Mundo Lovecraft es un Mundo fascinante donde introducirse.
Índice Misterioso :
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ENCUENTRO EN MISKATONIC:







Al Azif: Fragmentos del Necronomicón
ENCUENTRO EN ODESBUEIS II: Un Distinto Amanecer
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En un principio a mi me dio por escribir desde exagerada temprana edad, sin haber leído a penas nada y tener en propiedad la más brutal de las inculturas, pero era ese medio de la escritura el único para seguir vivo y sentir la vida. ( Mi pánico más grande era el que la gente se adueñara de tal manera del espacio físico del mundo que uno pudiera ahogarse, y entonces veía a los monstruos más terribles acechar en las calles para destruirlo todo).
Los primeros cuentecillos eran una verdadera porquería, tendría unos siete u ocho años lo más, y no sabía ni lo que contaba. Casi todas las historietas tenían un lugar común que era el bosque y la montaña, en esos lugares pasaban todo tipo de cosas con brujas y casas gigantescas.
Luego llegó el primer relato largo que lo titulé "S.O.S. La ciudad en peligro". Creo que fue un trabajo para el colegio, no me acuerdo si salió bien o mal, pero aquello sería lo que comenzaría a ser mi destino, escribir aunque no tuviera ni idea.
En todos los relatos había un final de mundo, no del mundo físico, sino de sus habitantes, o sea, que me viene de largo esta obsesión mía de que algún día el homínido volverá a su redil de inexistencia.
Y un día me vino un tipo que decían que era muy cercano a mi, creo que se llama padre o algo así y que te enseña esto y lo otro. A lo más que llegaba este tipo era a leer los cuentos que yo escribía, y a eso de los trece o catorce años me preguntó si conocía a Lovecraft, evidentemente le dije que no, como si me hubiera dicho otro nombre cualquiera. Entonces me regaló un libro del tal Lovecraft; "En la cripta".
Lo leí con tal avidez, que no sé cómo no desaparecí del mundo y me trasladé a cualquier otra parte del universo, quiero decir, me volvió loco, pero no de locura mala y decadente, me fascinó en otras palabras, de tal manera que a partir de ese libro toda mi lectura era Lovecraft y Lovecraft, y los demás autores de la vida literaria me importaban un pimiento, pues yo encontraba todos los alicientes indispensables en aquel hombre de apellido tan curioso.
Llegaba a tal locura mi obsesión por las historietas de Lovecraft que me liaba a buscar en las enciclopedias todos los lugares mágicos que salían en sus obras, y naturalmente no encontré ninguna por mucho que rebuscara. Lo primero en buscar era la Universidad de Miskatonic, pues Lovecraft hablaba de esa universidad como si existiera realmente, al igual que otros lugares y otras ciudades, y evidentemente todos los dioses de los que hablaba también.
Y no creáis que no hay algo de real en sus historietas. Yo desde pequeño he pasado muchos veranos en una casona gallega en la que mi fantasía imaginaria se disparaba a lo infinito, y en aquella casona pude comprobar muchas de las cosas que Lovecraft cuenta en sus relatos; esos ángulos formados por los techos interiores y que dan a un altillo que siempre está cerrado a cal y canto, esos sonidos de los animalillos nocturnos...
Uno de los relatos que más me inquietó fue uno que se hacía llamar "Las ratas en las paredes" algo desagradable y tétrico a más no poder, pero lleno del terror más brutal, y no por las ratas precisamente. Pues bien, en aquella casona la última vez que estuve, -hará unos nueve años o así- me pasó que pude vivir casi la misma historia que se cuenta en ese relato mencionado, la única diferencia es que las ratas estaban en ese altillo misterioso, y su garrapatear tedioso e inagotable me hacían tener los sueños más extraños e increíbles que nunca pude tener. Llegué al límite de sentir que en uno de esos sueños había estado elevado en el aire y sentir que luego la cama caía estrepitosamente y despertar. Lo terrible era comprobar que la susodicha cama estaba de diferente manera que al acostarme, y que aquellas ratas habían bajado por no se sabe donde a la habitación donde yo dormía.
Semanas después decidí largarme de aquel fantasmal lugar sino quería volverme loco. Tuve muy presente al pobre Lovecraft al que le tildaban de enajenado mental y extraño personaje. Suerte que la muerte no existe y sé que en alguna parte estará nuestro querido Lovecraft, entre misterios y terrores que nadie podrá lógica científica o cabal, porque el misterio sólo rodea a los vivos.
Es muy curioso que estemos hablando de esto. El otro día una prima mía me invitó a leer a Edgar Allan Poe, pues yo no había leído nada de él. Al día siguiente cogí un libro con relatos escogidos de su obra y me leí un relato "La caída de la casa Usher" y me quedé así como un poco plancháo, no me dijo gran cosa. Al día siguiente me dio por comenzar un relatillo al más puro estilo Lovecraftiano (guardando las distancias claro) y al día siguiente me encuentro en la Bitácora con el artículo de Ahriman hablando de Lovecraft y de lo poco que verdaderamente se le conoce y todo eso. Vamos, la sinKronización personalizada.
Seguiré otro día, no quiero ponerme demasiado delirante.
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No resulta complicado saber el por qué de la afinidad de algunos personajes de la historia con uno mismo, y cada cual en su caso.
En el caso de Lovecraft es algo muy sencillo: No se trata sólo de contar historias de terror, pues el terror ya se ha tocado en muchas ocasiones por muchos contadores de ese tipo de historietas; Poe, como el caso más espectacular, pues une el terror con la ciencia y la investigación, y el delírium trémens adquirido con la bebida con las visiones producidas por ese alcohol. Luego están otros muchos escritores de terror o de alucine total como son Lord Dunsany, Ambrose Pierce, Robert W. Chambers, Arthur Machen y Algernon Blackwood. Digamos que estos son algunos de los que precedieron a Lovecraft y son los que junto con él sintetizaron Los Mitos, famosos por una serie de hechos que todos se unían en la idea de seres sobrehumanos o ultrahumanos de existencia anterior a la humanidad, y de Dioses llegados de otras "partes".
Entonces de lo que se trata es de saber, que Lovecraft va más lejos aún y crea lo que se daría en llamar el Horror Cósmico, no tanto quizá por lo "cósmico" de fuera, como por lo "cósmico" de dentro, esto es, de dentro de uno mismo; todos los monstruos, todos los seres metahumanos, todos los dioses existentes o no, TODO lo que puede hallarse dentro de los abismos de una persona.
Claro, no todo el mundo tiene la capacidad de mirarse por dentro y ver lo que hay, entre otras cosas porque el pánico que le puede entrar al que se atreva a hacerlo le puede perjudicar gravemente y dejarlo lisiado mentalmente.
Es por esto dicho que a lo mejor los contadores, narradores y creadores de cuentos de terror tienen una vida tan particular y excepcional y que se sale de toda regla. Viven otra realidad totalmente diferente; ayer os contaba que Lovecraft cuenta de tal manera sus historias que al más ingenuo de los lectores le puede engañar muy fácilmente y hacerle creer que Miskatonic existe realmente, o que el Necronomicon, libro escrito supuestamente por el loco Abdul Alhazred, existe verdaderamente y que puede ir a verlo a la Biblioteca General de la Universidad de California, o bien a Toledo, en su gran y descomunal Archivo Documental. Y no, no lo encuentras.
En mi búsqueda de ese libro visité varias bibliotecas de varias ciudades españolas, y también algún mercado de libro "viejo", y evidentemente no dio resultado alguno; en las bibliotecas estatales me pedían el carné de periodista, y en los mercadillos de libro "viejo" me miraban con cara rara, exceptuando en un puesto que me dijeron que sí, que sí que existía, pero había un poco de chanza y sorna en sus palabras. Esto ocurría en la ciudad de Madrid, así que me fui a otra, Barcelona. Allí me encontré con una especie de libro que así se titulaba "Necronomicon", me puse hasta nervioso. Lo encontré en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, un lugar algo extraño y antiguo que invitaba a buscar libros "prohibidos" y de dudosa existencia. Al final se trataba de un libro de cuentos de Lovecraft donde se hacían muchas referencias al Necronomicon, pero sin más misterios.
El caso es que entre Lovecraft y varios audaces más crearon nada menos que una Mitología de la cual se puede dudar tanto como de cualquier otra, véase el caso de los Atlantes, o Mu, o los Lemures, y tántos otros. Los mitos de Cthulhu son tan poco creíbles como los antes citados, o no. ¿Por qué dudar de Azathot, o Hastur el Inefable, que fue desterrado a las constelaciones de Aldebarán, o Ithaqua, el que Camina en el Viento? Nada nos puede hacer dudar, pues todo en la historia del hombre es incertidumbre y malversación histórica.
Pero no hay que asustarse, el horror sólo es una condición más de la existencia, y no está totalmente estipulado que el horror sea algo maligno; hay gente que se siente horrorizada al ver a alguien amando un piedra, o sencillamente queriendo con toda su alma a un animalillo de compañía, u observando el brillo de un péndulo dorado de un reloj que no marca ninguna hora, pero que el que lo mira ve todo el Universo reflejado en su brillo.
"""Yo he visto abrirse el tenebroso universo Donde giran sin rumbo los negros planteas, Donde giran en su horror ignorado Sin orden, sin brillo y sin nombre""".
Némesis
Así están las cosas. Hasta mañana, que tengáis felices sueños.
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El Mundo se agita, se retuerce, es como si quisiera despojarse de los parásitos, como un perro rabioso por las pulgas. Nos lo ha dejado bien claro nuestra amiga Ana María de Montreal. El clima es algo que sólo se podría controlar por medio de las mentes de los que dicen ser "seres racionales", esto es, que el hombre, ese HOMBRE que siempre se dice que es sabio e inteligente y sabe salir del paso ante todo peligro, pudiera controlar ese indómito fenómeno de la naturaleza que es la meteorología. Pero no, el hombre prefiere resignarse y decir que así lo quiere fulanito o menganito y a poner cara de pena y de lástima.
Ahora mismo está ocurriendo lo que ha ocurrido siempre desde tiempos inmemoriales; la Tierra, o Arrakis, según se prefiera, vuelve a sentirse incómoda, y quiere volver a su antiguo estado de paz y serenidad, que hay que empezar de nuevo, dicho en otras palabras.
Todos los dioses de toda la historia del pasado del presente y del Futuro están revolviéndose como fieras, pero como fieras sabias, como fieras milenarias que son, y que no se detienen ante penalidades de baja índole como son las humanas por muy duro que nos parezca.
Hay llamadas que hace la Vida, para que nos pongamos en alerta, si las hacemos caso podremos actuar en consecuencia, si pensamos que sólo son supersticiones o malos augurios de alguien pesimista, no saldremos del paso nunca jamás:
""" Esos grandes poderes o seres pueden
concebirse como una supervivencia...
la supervivencia de una época inmensamente
remota en que... la conciencia debía
manifestarse por medio de formas y figuras
que desaparecieron hace mucho tiempo
ante la progresiva oleada de la humanidad...
figuras de las que sólo la poesía y la
leyenda captaron su fugaz recuerdo llamándolas
dioses, monstruos, seres míticos de toda
suerte y especie..."""
Algernon Blackwood
Así es como comienza una de las historias más alucinantes de Lovecraft; La llamada de Cthulhu, llena de sueños increíbles, de hechos sorprendentes de un remoto pasado que nadie logra imaginar en toda su plenitud, pues quizá la cordura empezara a fallar a aquél que lo intentara.
El mundo no está en manos de los hombres ni muchísimo menos, creerse eso es de tontos, de personas evidentemente desequilibradas que pretenden ser el ya pesado y arrogante "centro del universo". Y no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que eso se hace cada vez más real y más evidente: Se nos va la electricidad y ya no hay nada que hacer, se corta el agua y lo mismo, se acaba la gasolina, el fuel, -como lo queráis llamar- e ídem de lo mismo. Me impresiona mucho pensar en eso porque cuando lo pienso se me viene a la cabeza la imagen de antiguos Imperios donde nada de eso existía y sin embargo no paraban de evolucionar y de hacer una civilización más digna y más respetable.
La humanidad tiene miedo, pero no hay de qué temer, todo está controlado, es una prueba más de la Vida para ver quién es el vivo y quién es el muerto. Todo se conjuga de manera sincrónica; se acaba el siglo, se acaba el milenio, -según nuestros calendarios y toda su diversidad- y empieza algo nuevo, y en todo comienzo que se precie hay que comenzar de cero, o de diez, o de lo que sea, también depende del nivel de evolución que se quiera conseguir.
"" A mi juicio, no hay cosa más digna de compasión en este mundo que la incapacidad de la mente humana para poner en relación todo su contenido. Vivimos en un apacible islote de ignorancia en medio de tenebrosos mares de infinitud, pero no fue concebido el ser humano para viajar lejos "".
Y así es como continúa la historia de Lovecraft antes mencionada; La llamada de Cthulhu. Os la recomiendo.
Hasta mañana.
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Otro de los relatos que me fascinó hasta ver chiribitas por el cielo, fue uno que Lovecraft dio en titular "La música de Erick Zan", que fue la historieta en la que me basé meses pasados aquí en la Kronos para hablar de los distintas dimensiones del espacio-tiempo, espacio-vidas, espacio- etcétera.
Pero la vida tiene sus circunstancias y sus cambios, por lo tanto ahora me apetece analizar otra perspectiva del relato mencionado.
La música de Erick Zan transcurre en una calle de París que no existe, en un último piso que no tenía vistas a ningún sitio, y de un hombre que habitaba ese lugar y que hacía sonar una música alocada con su violín diabólico.
El caso es que Lovecraft ha sabido aprovechar los hechos acaecidos en su época, una época de transformaciones y de revoluciones o seudo revoluciones artísticas, y por aquellos tiempos la música de Stravinsky hacía furor, también había otros músicos pero menos populares; véase el caso de Toscanini con su toque de histerismo al violín, o Hindemith con su manera loca de interpretar cuartetos, y Bartok y... en fin, una montonera de gente muy excéntrica.
Pero había otra gente que apareció después de Lovecraft, como es el caso que tengo en mente. Se trata de un compositor-intérprete-profesor de violín llamado de manera muy, pero que muy extraña, Schnitke, o algo así, para españolizarlo un poco se puede decir, Chenique, nada que ver con otro artista que creo que es argentino y es de letras, vamos, escritor.
El caso es que una vez escuché una música que me trajo el recuerdo del relato de Lovecraft, una música que superaba toda realidad hasta el momento conocida por mí. El día que lo escuché en la radio me quedé harto extrañado, -(había cogido la interpretación empezada)- pues sabía que se trataba del glorioso y único concierto para violín, sí, el de Beethoven. Lo que no lograba entender era el momento en el que sonaba la cadencia. No lo entendía porque en un principio me pareció un insulto para tan magnífica obra.
Expliquemos en breve que una cadencia en un concierto para un instrumento, es el momento en el que el solista del instrumento que sea, hace sus delicias para con el público y éste vea de lo que es capaz ese músico. En otras palabras, el compositor de la obra crea una música en el papel pautado con toda la orquestación y el ley motiv del instrumento solista, pero llega un momento o varios, en el que ese instrumento solista se queda eso, solo, y es en ese momento cuando aparece la llamada "cadencia". En el caso de Beethoven lo que se suele hacer es tocar dos tipos de cadencias de dos músicos posteriores a él, que son, Kreisler, ( con " C " o con " K ", no me acuerdo ) y el otro creo que es el gracioso ese de " María, María, Maríaaaa", eh, Bernsteinn. Hay alguno más pero no es lo suficientemente conocido.
Bien, pues el caso es que aquél día que comento se trataba de otro cadencista, y se trataba del tal Chenique. Mis oídos casi no podían soportar ese asesinato que se estaba cometiendo con el citado concierto para violín, pero había algo que me atrapaba y me hacía escuchar la obra entera para lograr enterarme del culpable de aquello.
Nunca jamás antes se había hecho tal cosa, el tal Chenique era un atrevido y un audaz músico que aún hoy vive, y del que se sabe realmente poco, y que el tío me hizo hacer cosas extrañísimas con aquellas cadencias. Primero las gravé todas seguidas para así conformar una especie de obra a parte, y escucharla una y otra vez. De esa manera logré enfocar y además canalizar mi incomprensión, hasta llegar a comprender y a darme cuenta de que eran las mejores cadencias que había escuchado nunca, las que mejor iban con la personalidad y genio del compositor de Bonn; ¡Eran geniales, qué hostias! Llegaba a exaltarme un poco, qué barbarie.
Y entonces me imaginaba al habitante del piso tocando esas locas cadencias de Chenique, en ese habitáculo oscuro y lóbrego, pero lleno del misterio más inquietante y más embaucador. Y las esferas de siempre de toda la vida de toda la eternidad girando alrededor de esas inexistentes calles, de esa historia que no era ni de miedo, ni de terror, sino del horror más milenario y más sobrecogedor, pero no un horror del que se podría pensar dañino o perjudicial para la salud mental, un horror de esos abismos que atacan a la mente que se quiere dormir y no saber nada del mundo que le rodea.
El músico muere, se evapora, se alza contra ese cielo oscuro que estaba tapado por el grueso cortinaje de la ventana que daba al infinito de los Primordiales de los Dioses antes que los Dioses mismos.
La Música nos puede hacer comprender cosas que son insondables para el saber humano, sólo hay que dejarse llevar.
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Los comienzos de la Literatura de Horror I :
Muy interesante el trabajo de Ahriman, y muy interesante la carta que Lovecraft escribió sobre el Necronomicon, me encanta que sigamos sobre este tema, que aunque algo tétrico, no hay por qué verlo del todo así, el horror en la vida está en cualquier parte y no nos quejamos de ello, son horrores de pobre en todo caso.
Siempre se ha querido dar a entender que Lovecraft era un loco, un enfermo y un simple idólatra de lo inexistente. Pero si profundizamos un poco, nos daremos cuenta de que estamos ante alguien con un pedazo de Cultura Histórica que tira de espaldas, solo que la medio esconde con la invención -o al menos eso nos quiere hacer ver el mismo Lovecraft- de civilizaciones anterior a la civilización misma.
Hay un pequeño ensayo de Lovecraft que es la mar de interesante titulado "El Horror en la Literatura" que es algo serio de seriedad, nada de invenciones y de pareceres chorrádicos que se saca de la manga. Como todo lo serio en la vida tiene su historia, y la literatura de Horror no va a ser menos. De esta manera Lóvecraft nos presenta un curioso estudio de cómo, cuando y por qué nace tal literatura, y quiénes son los partícipes de tal hecho histórico.
¿Caundo empieza la literatura de Horror? Es una pregunta tonta; el horror existe desde que existe la vida. Es como preguntar cuando empieza la Música; pues desde el principio de los tiempos, y desde antes desde luego de la aparición de mono, del hombre y de todo ser vivo.
Pero Lovecraft pilla por banda al mismísimo Horror y lo desenmaraña para poderlo comprender y poderlo estudiar. Y es más, no se trata del simple horror, se trata de localizar en el Espacio y en el Tiempo lo que se denomina el Horror Cósmico, algo que sobre sale de las fronteras mentales, y evidentemente metamentales.
Es un mundo francamente complicado este del Horror y del Terror, pues abarca desde Egipto con sus ceremoniales para invocar a los Espíritus y los Dioses, hasta nuestros días, evidentemente más pobre y más abandonado que nunca, pero en vigencia se quiera o no. Y no me refiero a que ahora haya escritores de cuentos o historietas de terror, -que casi no hay,por cierto- sino que los ritos, la brujería, la hechicería en general sigue su curso como lo siguen las estrellas y los planetas.
Ahora mismo decir que Stephen King es el genio del terror es como decir que Mary Popins es la reina de los condenados, no. Stephen King, -y ya no lo pongo más porque me resulta insultante inmortalizar a ese tipo- es una vergüenza para la literatura en general, y más todavía para la cinematografía, pero bueno, eso son otros cantares.
El caso es que libros como "El Libro de Enoch" o "La clavícula de Salomón", -de tiempos de los fenicios-, nos muestran ya esa tendencia a creer en lo espectral y en el horror mismo de la existencia de lo externo a nosotros. Si damos un buen salto en la historia, nos encontraremos en la Europa renacentista llena de enfermedades y desgracias horripilantes en las que personajes como Nostradamus, Tritemius, Flud y otros, -alquimistas y magos todos ellos- nos quieren hacer ver unos presagios nada alagüeños y unas senectudes del mundo, que nada tienen que ver con lo positivista.
Y no es que sea necesario pensar en lo externo o exterior a nosotros mismos, eso sería la engañifa de siempre; la culpa la tiene otro, otro de "ahí afuera", "yo no he sío". Claro, eso es muy fácil y nos quita de montones de problemas.
Pero yo no sé por qué, pero en la escritura de Lovecraft veo algo más que el horror mismo, algo más que un cuento de terror; veo como algo que quiere y desea contar porque "algo" ha visto. O sencillamente pertenece al conjunto de personas que tienen sensibilidad, se dan cuenta de lo que ocurre más allá de su cuerpo, y nota que otras cosas pasan a nuestro alrededor, cosas que no son humanas, pero que están entre nosotros.
Que tampoco es necesario que esas cosas que nos rodean y están entre nosotros, sean cosas desagradables y funestas. Yo sin ir más lejos veo en lo preternatural algo bello y grandioso, y creo que muchos más observadores de la vida también. Lo que ocurre es que ambas cosas, lo bello y lo no bello -que no feo o espantoso- están escondidas a los ojos de los simples mortales, pero eso no significa que no existan.
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Los comienzos de la Literatura de Horror II
Podríamos dar saltos y saltos en la historia de tan farragosa escritura como es el horror y el terror y lo preternatural, pero eso ya lo han hecho otros y ya es demasiado pesado.
En resumen diremos que el cuento o relato de terror se le llamó en el siglo dieciocho "novela gótica" y había varios personajes que la querían visitar y así quedar en la historia aunque fuera un poquito. Casos de noveleros gticos son William Blake y sus visiones caóticas, Burn y sus demenciales brujas, el demonismo de Coleridge, los fantasmas de James Hogg, un tío que estaba bastante ido de la cabeza que se apellidaba Keats y que fue uno de los primeros en desarrollar el horror cósmico con su libro "Lamia", y sus delirantes poemas.
Como veis, hay nombres para todos los gustos y de todos los sabores, pero la verdad es que así es un tostón. Al final pasa que ha habido muchísimos personajes que han hecho novela de terror, y luego se llevan el éxito tres o cuatro; Mary Shelley, Bram Stoker, Lord Byron, Dickens, Poe y listo, porque Lovecraft se está comiendo alguna rosca en los últimos veinte años, antes ni se sabía quién era. Pero no importa, es lo que le pasa a los verdaderos genios. Bueno, aunque Lovecraft no lo sea. ¿Quién queda ahora que esté en la pomada de la societé y que por lo tanto sea alguien? Muy pocos, o diríamos que nadie; ahora todo es sangre y muerte aburrida, y si no, mezcla de pornografía y terror barato.
Hombre, está el caso de Anne Rice cuando está en la faceta del cuento de terror. Anne Rice es la grandísima creadora de la pentalogía de las "Crónicas Vampíricas" (por cierto, de las cuales le hablé por carta ayer a una buena amiga Krónida) con una buena dosis del horror más fabuloso, y claro está, con las salpicaduras propias de la época de un poco de flirteo por aquí y por allá, pero vamos, puede pasar.
También destacaría la fantasía creadora de Louis Cooper, otra escritora; aunque cuando se leen buenas historias eso de los géneros se pierde bastante. En Louis Cooper podemos encontrar una buena historia de algo de terror y misterio en su novela "Espejismo". Es evidente que aquí cuentan los gustos, pero me pasa que a veces me logro salir del vulgar gusto y voy a lo objetivo. "Espejismo" es una muy buena historia donde se mezcla ese horror de las criaturas salidas de la ciudadela de las profundidades marinas, el honor de un reinado que se pierde, la reencarnación mágica de un hombre que ha nacido para salvar ese reinado, la amabilidad de los personajes, y la delicadeza de todo el trazado de la historieta.
Imagino que habrá otros muchos autores de novela o cuento de terror, pero los desconozco, así que no me voy a meter en más líos.
Pero sí estoy dispuesto ya a desmitificar a Poe, y eso que he leído poco, pero de ese poco, puedo decir que se trata de una especie de Sherlock Holmes a la americana y con un poco más de sangre. Los diáologos, o mejor dicho, los monólogos que mantienen los personajes se hacen pesados y aburridos, sobre todo porque nadie es capaz de hablar durante tanto rato y que otro le escuche pacientemente diciendo todo el tiempo que "sí" con la cabeza. Yo no me lo creo.
También desmitificar a Stoker, que se ha creído creador de los Vampiros, y los Vampiros existen desde la antigua Roma o mís. "EL conde Drácula" está más visto que el TBO, se sabe como empieza y se sabe como acaba, el misterio es casi imperceptible, y el horror menos todavía. Sin embargo yo recuerdo más a Stoker en su novela "La guarida del Gusano Blanco" una historia sorprendente de un gusano gigantesco que habita en las abisales oscuridades de una casona al sur de Inglaterra. Lo del gusano la verdad es que es lo de menos, total, podría ser una hormiga gigante o una babosa, pero lo que sí que importa es el contenido, cómo se mueven los personajes, cómo se tratan entre sí; ese hombre joven que llega a la ciudad portuaria y ese abuelo que le recibe, sus conversaciones al respecto de lo que ocurre en el pueblo. En fin, tiene misterio por los cuatro costados.
Evidentemente a Mary Shelley, (o como se escriba) la desmitifico pero de un tortazo. En este caso sí que se trata de una mujer, una mujer obsesionada con su propio cuerpo, su organismo, los problemas de una sociedad enferma como ha sido, es y seguirá siendo la inglesa. "Frankestein" tiene algo de novedoso, algo de terror y algo de delirio fracasado, pero no va más allá de nada; dar vida a un muerto, y ese muerto se entristece y mata a su creador. Bueno, pues vale.
Dickens mola, porque no se hundió en la enfermedad de ninguna sociedad, era él y sus circunstancias. (Creo que se dice así)
Ahora tengo ganas de descubrir un poco más de los góticos como Maturin, Radclife, Lewis, Beckford, Walpole y otros, a ver qué pasa.
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Cuando por la tarde iba a ver cómo uno de los soles se hundía en la ancha superficie dorada, siempre se quedaba con la misma duda; "¿De quién serán las huellas que quedan en la arena?"
Una arena casi transparente, azulada, reflejo de ese cielo que nunca descansa.
Y se hacía una y otra vez la pregunta, porque nunca lograba ver a nadie acercarse por ese lugar; cierto es que tampoco se quedaba toda una sesión de lo que sería una jornada completa, pero ningún día había coincidido con el que dejaba esas huellas.
Las huellas, que quedaban claramente marcadas en aquella arena, no eran pisadas que él reconociera de sus semejantes, por tanto el interrogante se hacía aún más complejo; no se trataba de saber "quién" era, como de "qué" era lo que siempre se introducía en esa superficie dorada.
Se "introducía", luego las huellas tenían una sola direción, nunca tenían una trayectoria de salida, al menos eso se podía deducir, o eso era lo que él podía decucir.
Danker, el observador de las pisadas, de las huellas, del extraño hundimiento de aquel sol, era siempre carne de cañón por lo que ocurría en su ciudad, Odesbueis; hechos confusos que nadie conseguía descifrar y aclarar a ciencia cierta.
En todas las ciudades, comarcas, pueblos y aldeas del mundo, siempre hay alguien sospechoso de hechos extraños; campos de hierva debastados por no se sabe qué desconocido insecto, brotes de hojas en los árboles que sólo a un niño de parbulario se le podría ocurrir pintar de rojo o de azul, y fenómenos en general que no tenían una base lógica para los habitantes del lugar.
En el caso de la ciudad de Odesbueis el sospechoso era siempre Danker. Quizá su extraña apariencia y que no fuera natal de la ciudad, le convertían en un candidato preponderante; a los forasteros siempre les ocurría lo mismo.
Odesbueis estaba enmarcada en la comarca de Ordra, al sur de la península de Luctul, y simpre había estado rodeada de leyendas extrañas y tópicas como cualquier lugar de nombre inrecordable.
Danker hacía poco que había llegado a la ciudad de Odesbueis, y los habitantes todavía no sabían muy bien de quién se trataba, porque entre otras cosas él no se había relacionado con nadie, no estaba dentro de sus propósitos. El vagar de Danker le había llevado a lugares muy diferentes de Teixtar, la tierra del Legado Azul.
Desde que decidió darse a la existencia todo había cambiado a su alrededor sin que nadie cayera en la cuenta, y era normal, su capacidad de inmiscuirse en cualquier parte era parte de su sapiencia, de su saber hacer.
Danker carecía de descendientes, y de antepasados, y de todo fenómeno cultural concebido por el resto de los habitantes de Teixtar y otras regiones del Espacio Oscuro. Resultaba ser al final de toda deducción, un ser Eterno, sin principio ni fin, sin pasado y sin futuro, el tiempo era algo remoto para sus diversas almas.
Y otra tarde más llegaba a la misma hora de siempre, o en el mismo momento de siempre, pues hora o tarde, o cualquier otra sinonimia de tiempo era ridícula de utilizar en el caso de la ciudad de Odesbueis. Pero allí se encontraba de nuevo Danker ante aquel vasto espacio dorado, con su sol ardiente hundiéndose en aquél horizonte extremo. Y las pisadas, esas huellas inexplicables aparecían de nuevo, allí, quietas, inamovibles, y Danker se sentía agotado, mojado, con asfixias múltiples y en su cabeza rondando la pregunta.
Parecía imposible que cualquier otro habitante de Odesbueis se atreviera a acercarse a la Hondonada del Abismo, el lugar desde el que Danker contemplaba los hundimientos de ese sol tan poco creíble.
El curioso habitante valiente permaneció parapetado entre algunas de las grises plantas que allí crecían; ser visto por Danker no sabía bien qué consecuencias le traería a su pobre vida.
Lo que a los pocos momentos de estar allí pudo ver con sus propios ojos no tenía palabras lógicas para expresarlo, o ni tan si quiera para una simple descripción: Danker estaba sencillamente transformándose en lo que vulgarmente se podría llamar "monstruo", pero sería demasiado fácil y más fácil aún marcharse de aquél espeluznante lugar.
Todo tipo de gruñidos y estertores salían de la deforme boca de Danker. Su piel era un guiñapo de ebras parecido al cuero antiguo, su cabeza se inflaba como si de un globo se tratara, las extremidades superiores se convertían en espantosas aletas de lo que podría ser un Galápago o similar, y sus piernas eran una mezcla de garras de algún pájaro anterior al Final, y unas pezuñas de algún ganado que todavía quedaba en algunas de las tierras de Ordrax.
Una vez pasado todo ese mal trago transfasmagórico visionado por el habitante atrevido, lo que antes era Danker se dirigía hacia la anchura del espacio dorado, se hundía en la espesura infranqueable para cualquier ser viviente y desaparecía. El habitante corrió a ver lo acontecido desde más cerca; breves y oscilantes burbujas pesadas quedaban aún en la espesura de la superficie blanda del dorado lugar. El habitante quedó como congelado en el sitio, a penas tuvo fuerzas para lograr sentarse en aquella arena azulada.
Después de un tiempo algo de nuevo surgía de la masa dorada, algo que evidentemente era la transformación de Danker, el habitante, amodorrado por la densidad del ambiente casi no es capaz de salir huyendo. Lo que era antes Danker sale lentamente del espacio dorado y de nuevo empezaba en él otra transformación, esta vez para volver a su figura anterior. Subió por la roca desde la que contemplaba su momento favorito y de nuevo su pregunta venía rauda y estrepitosa a su desordenado pensamiento, y esa humedaz, y esa asfixia le acosaban de nuevo, sin preguntarse el por qué de ese hecho, sólo el hecho de las pisadas tan recientes como su ahogamiento.
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El hombre abrió la puerta de la cafetería y tras su paso la puerta se cerró con un peculiar sonido semejante al de una botella cuando se cierra a presión.
La cafetería estaba vacía de gente; era muy temprano y acababa de abrir.
El hombre se sienta en un taburete de los que se ponen delante de la barra. La camarera, única trabajadora a esas horas, saludó y le preguntó por lo que iba a tomar.
- Un café solo no muy caliente y con fructosa por favor.
La camarera accedió a sus peticiones con una sonrisa y con un "sí, señor" bastante amable para los tiempos que corrían.
El silencio en la cafetería se hacía tedioso para el hombre, así que se llevó su mano derecha al bolsillo interior de la chaqueta y extrajo un cristal azul claro transparente.
- Señorita, si es usted tan amable ¿Podría poner este cristal en su lector? Es que el silencio artificial me pone malo.
La camarera de nuevo con otra sonrisa más hizo caso omiso al deseo del hombre.
Mientras tanto, al otro lado de la puerta de la cafetería, en la calle, ni un alma se paseaba por ella, ni un alma si quiera de coche o medio de transporte. La camarera hizo su primer comentario:
_ Pues parece que hoy la gente se ha dormido.
El hombre echó una mirada al exterior y luego miró su reloj.
- Tan sólo será un momento.
La camarera quedó tan extrañada como muda, y empezó a darse cuenta de que algo estaba pasando que no era lo normal.
Mientras la cristalina música sonaba, el hombre empezó a llorar, un lloro apacible, tranquilo, un lloro de verdad.
La muchacha quedóse de nuevo perpleja y lo único que logró musitar fue un "¿Le... Le sucede algo, señor?"
El hombre no contestó. En la calle seguía sin pasar nadie, y ningún movimiento había, y una leve lluvia empezó a caer.
No había nube alguna en los cielos, el suelo empezó a teñirse de oro, un oro azulado, un oro alegría.
La música seguía sonando y el hombre siguió con su lloro, su sollozo alegre y desahogador.
La muchacha no daba a basto ante tánto hecho extraño: El reloj del local se paró, la sinfonía seguía sonando, la lluvia de oro continuaba tintándolo todo, y en la calle nadie había.
_ Señor, señor ¿Qué está ocurriendo? ¿Quién es usted? ¡Señor!
El hombre la miró con ojos de cristal, con ojos del color de la lluvia que afuera estaba cayendo, y habló despacio.
- Soy el señor del Tiempo, muchacha. Tan sólo quería descansar un poco, tan sólo quería escuchar esta sinfonía en su momento preciso, en su lugar concreto.
En la camarera ya no había más lugar para la sorpresa. Sus ojos quedaron más perdidos en el vacío de lo que pudiera imaginar el mismísimo Señor del Tiempo.
- Siento muchísimo, muchacha, que hayas sido tu la testigo de este fenómeno. Todo volverá a la normalidad cuando me haya ido.
La sinfonía daba a su término y el hombre le pidió a la pobre camarera que le diera el Cristal Azulado, ésta se lo dio sin decir palabra.
El hombre pagó con monedas doradas de futurísimo valor. Se levantó de su taburete y al abrir la puerta para salir a la calle, todo estaba como si no hubiera ocurrido nada; el trasiego de los coches, el pulular de la gente y los sonidos de la ciudad.
La cafetería se llenó de gente en un momento. Pero la gente no era la misma, algo en sus rostros había cambiado, algo en sus comportamientos había cambiado, una amabilidad desconocida irradiaban desde lo más profundo de sus almas.
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No entiendo como haciendo todos los días exactamente lo mismo, noto que cada día es nuevo y renacedor de vivencias extraordinarias, será que sencillamente bulle la vida dentro de mí.
Lo único que me molesta es estar en el mismo sitio donde está la gente masificada, eso me saca de quicio.
Últimamente me pasa una cosa más extraña de lo normal, y es cuando tengo que coger el habitual medio de transporte entre esa masa de gentío mal lavada y desorganizada.
Lo normal es que en ese medio de transporte no se oiga más que el cotorrear de las cotorras y el traquetear de las vías del metro. Pero de aquí a hace unos días vengo oyendo algo nuevo, algo susurrante y que no logro escuchar bien lo que dice.
Al principio pensé que se trataba de una musiquilla que normalmente se ponen en los vagones, pero en el metro no suele suceder. Otras veces ocurre que hay gente loca que se pone unos pequeños auriculares en las orejas a todo volumen y se oye una especie de ronroneo sordo y desgradable, machacón y aburrido.
Pero lo que oigo proviene de las rejillas del techo del vagón. Un sisear que cada día se hace más fuerte, lo que me dió a pensar que pronto descubriría de lo que se trataba.
Por fin llegó el día en que empecé a entender algunas palabras, muy entrecortadas pero legible para mis oídos:
_-_- .... muert os... ent... e la... gen...te del.... undo...
Eso fue ya un gran paso, y entonces empecé mi investigación particular para descifrar esas pocas palabras, y me dio algo interesante cuando menos:
"" Muertos entre la gente del mundo "".
Bueno, -me decía yo- muertos todos los días hay, entre guerras, el hambre, la soledad, la incomprensión, la falsedad... ¿la soledad? ¿la incomprensión? ¿la falsedad? Era la primera vez que pensaba que la gente pudiera morir por esas causas.
Otro día más y las voces empezaban a ser más nítidas:
_-_- ..muertos entre la ... ente del mundo... agazapa...s entre. . lo..vivos...........
Lo que sabía es que no debía sobrepasar los límites de la preocupación, porque entonces estaría llamando ya a la puerta de la locura, y eso no era bueno para mi.
Otro punto curioso del hecho extraño que acontece todos los días, es que siempre escucho la misma frase o discurso, porque cuando me bajo en la parada esas voces continúan su charla, y cuando llega el día siguiente siempre empieza por el mismo punto: "muertos", pero me parece que no es el principio original, hay otra palabra anterior, aunque sea pequeña, que daría más lógica a lo que se intenta decir.
El día que todo lo descubrí hice algo diferente; me subí una parada antes para poder descubrir algo más.
Al principio me desilusioné, pues no escuchaba nada de nada. Fue a la mitad del túnel cuando empezaron las voces a emitir su discurso misterioso:
_-_- "" Los muertos entre la gente del mundo agazapados entre los vivos, disimulando su falsedad, disimulando su soledad, haciendo que la incomprensión cabalgue por dentro del mundo humano, para así esconderse de su responsabilidad... "".
No podía a voz de pronto entender aquellas palabras y su sentido, sólo pude retenerlas en mi cabeza, y con ese pesar de saberme algo loco, pues no había nadie en aquel y aquellos vagones, que escuchara las voces inmateriales que saben los Dioses de dónde saldrían. No había nadie que se extrañara de nada, no había nadie, sólo eran gente.
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Entre todas las cosas feas que hay en la humanidad, nunca uno podría imaginar encontrarse algo bello, algo agradable a la vista, contando con que la vista es uno de los sentidos del ser humano más tosco y más imperfecto, y que por lo tanto lo que vea o deje de ver casi no cuenta para ninguna de las trascendencias de la vida.
Otus siempre iba a trabajar con su impecable traje de lino, sus zapatos de charol, su corbata de seda, su melena bien peinada y todo él bien aseado para sentirse bien diferenciado de los animales que iban a acompañarle en el desagradable viaje a su lugar de acción.
Los rostros de aquellos animales le parecían todos igual de desagradables, igual de mal hechos; pobres, sucios, ruidosos, detonantes del más terrible de los mal estares que él podía sentir.
Evidentemente nadie iba a sospechar de su condición de vampiro, pues nunca se ha visto a un ser de la oscuridad en el alba y además contemplando cómo el sol inundaba la gloriosa fachada de un edificio del cual estaba enamorado.
Otus en una de esas mañanas advirtió la presencia de alguien que de humano tenía poco, y de vampiro menos, pero algo le decía que no era alguien normal. Ocurrió en la aglomeración repugnante de esos odiosos trenes que le conducían a la ciudad. Entre apretones y molestias de los que le rodeaban vio a al ser que le llamó la atención, y lo vio muy de cerca, pues tan sólo cinco centímetros le separaban de aquella fascinante presencia.
Que aquél ser fuera del sexo femenino le importaba muy poco, lo que le dejaba estupefacto era su rostro, un rostro blanco como el mármol de Carrara, como el de una estatua que había decidido dar un paseo por el mundanal mundo humano. En aquél inocente rostro se podía notar la ignorancia de saberse observada por nuestro vampiro Otus, así que éste podía seguir observando sin ningún tipo de cortapisas, aún teniendo en cuenta que no era su modo de operar; ser vampiro no le quitaba ser ético y respetuoso hacia aquellos que admiraba por lo que fuera.
A Otus le parecía que aquél rostro era perfecto; ninguna arruga, ninguna erosión, ninguna marca de edad, ni joven ni mayor, ni niña ni mujer, era el rostro perfecto. Lo malo de aquella situación era tener ese cuello tan albino, tan terso, tan delicado, a tan poca distancia de sus colmillos afilados como cuchillas de pedernal. Pero tampoco le importaba, ya no necesitaba de la sangre, con que pudiera hacerse de su rostro aunque sólo fuera mentalmente le era suficiente.
Pasaron los días y no volvió a encontrarse con aquel angelical rostro, por mucho que estuviera en aquella estación a la misma hora y su sobrenatural visión al máximo de rendimiento, no hubo manera de encontrarla de nuevo.
La obsesión se le fue de las manos y el rostro empezó a surgirle en los sueños, y luego mientras esculpía sus estatuas, y luego mientras escuchaba la música de Mussorgsky y su obra favorita "Cuadros de una Exposición". Hasta que no pudo más y empezó a llevarla al barro. Y del barro surgía milagrosamente aquél venerado rostro, aquella perfecta cara de aquella criatura salida saben los dioses de dónde.
Empezó a viajar por todas las estaciones de tren de aquella retrógrada ciudad, por sus calles, por sus carreteras, por sus cielos, por los parques y rincones más recónditos; no acertó a localizarla, lo que no quería decir que se rindiera.
Su apasionamiento extendió sus poderosas habilidades, y Otus empezó a pintarla en los murales de su escondido palacio. El contenido de las pinturas eran sus sueños con la imagen del rostro en diferentes ámbitos; convertida en sirena de algún mar perdido, nadando de manera sinuosa y escalofriante. Convertida en reina de países oníricos de algún remoto tiempo. Convertida en... un monstruo que enseñaba su otro lado, el otro lado del rostro, el otro lado que no había podido vislumbrar en el encuentro en el tren, pero que sí había podido hacerlo en el sueño. " ¡Un maldito monstruo! " Se gritó para sí, encolerizado, con la sangre hirviéndole en todo su ser.
Los monstruos amenazan con su presencia de la manera más sutil, sin que nos demos cuenta de que detrás de un aspecto aparente, se halle la criatura más dañina que nuestras almas hayan podido ver.
Otus se miró en su espejo de jade, como miles de años atrás, y preguntándose cuánto tiempo pasaría hasta encontrar a los demás, pues éstos habían desaparecido después del "milagro", después de que aquella "diosa" hubiera arrebatado de su vida, de la vida de Otus, a sus compañeros de viaje.
Posiblemente aquel rostro era el rostro de la terrible "diosa", que sencillamente había venido a por él, para dejar a la Vida limpia de otros monstruos. Pero el cambiante aspecto de Otus la había despistado totalmente, o casi...
Al otro lado del espejo, no en su interior precisamente, sino al otro, más allá de su fondo de piedra granítica, una voz, una imagen, un trueno avisador.
"" Otuuuus ""
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Descifrados de un criptograma isabelino único por David Langford Reconstruido, con ciertas adiciones necesarias y un prólogo explicativo por Robert Turner
En la presentación del siguiente texto me he atenido estrictamente al orden del temario original que se mantiene en el criptograma de John Dee. Aquellas partes en las cuales se han omitido los títulos, las ofrezco bajo otro que encaja con el contenido de la correspondiente sección del manuscrito. De hecho, sólo cuatro de los dieciocho fragmentos individualizados que forman el manuscrito tenían titulo. Los he presentado tal como sigue: DE LOS DIVERSOS SIGNOS, LA VOZ DE HASTUR, DE KADATH EL DESCONOCIDO y PARA INVOCAR A YOG-SOTHOTH (partes IV, X, XII y XIV respectivamente). Mis razones para adoptar estos títulos quedarán bien evidentes con una atenta lectura de las partes más sobresalientes del texto.
Para evitar las confusiones que invariablemente surgen cuando se trabaja con manuscritos escritos antes de la normalización del lenguaje, he adoptado un sistema que creo mantiene fielmente el tono y la atmósfera del texto original participando, al mismo tiempo, de las ventajas del inglés moderno. Las variaciones de la ortografía fueron también un factor primordial en la traducción de los diversos nombres de los entes: Yog-Sothoth venia dado por Yugsoggoth y Jogshothoth; Hastur como Haystir, H’stre y Haaztvr; Cthulhu como Cethulv, etc. Por tanto, en interés de la coherencia y la inteligibilidad, en todos los casos he adoptado en todo momento las ortografías reconocidas por los modernos estudiosos de los Ritos Cthulhu.
Los diagramas que aparecen en el texto se han extraído de tres fuentes: la primera, de las laboriosas y complejas descripciones indicadas en el cifrado. En segundo lugar, de un sistema de cuadrado mágico inherente al criptograma, que se basa en una lámina clave que proporciona la necesaria secuencia de líneas de interconexión empleadas para formar figuras lineales representadas en el texto. En tercer lugar, de algunas obras independientes sobre magia a los que se hace referencia en el criptograma; The Clavicules of Solomon y Three Books of Occult Phylosophy de Cornelio Agripa, por citar sólo los principales. Y en cuarto lugar, de una combinación de los tres métodos indicados. Los diagramas del Circulo de Piedra y los Signos que deben darse tienen su origen en la primera fuente (ver partes III y IV). El Alfabeto de Nug-Soth y la figura de la Fórmula de Dho-Hna (La telaraña en ángulo), el Signo mayor y el Sello de Koth se deducen de la segunda (ver partes IX, XVIII y IV). Con el tercer método se obtuvieron los caracteres Marte y Saturno que se indican en EL INCIENSO DE ZKAUBA (parte V), (cotéjese con Three Books of Occult Phylosophy, de Cornelio Agripa), y de forma parecida, los símbolos a grabar en la Cimitarra de Barzai (parte VIII) se tomaron de un manuscrito del siglo XVI de la Llave de Salomón (ver manuscrito adicional 36.674, Biblioteca del Museo Británico). Todos los demás diagramas se construyeron de acuerdo con el cuarto método. Por ejemplo, el contorno básico del Círculo de Evocación indicado en la parte XIV del texto se tomó del sistema de cuadrados mágicos, trazando líneas entre los puntos tal como se indica. Los símbolos Planetario y Zodiacal que ocupan los ángulos del octograma del texto descriptivo, así como las figuras de las constelaciones Aldebarán, Caput Algol, Cor Scorpii y Las Pléyades, del Second Book of the Occult de Cornelio Agripa (páginas 320 a 323}. La inscripción en el Talismán de Yhe es la pelambre ORKA traducida al Alfabeto de Hichus el Adivino, tomada, tal como se indica en el criptograma, de The Polygraphia de Abbot Trithemius. Como tanto Trithemius como Agripa emplearon el simbolismo procedente de fuentes increíblemente antiguas, las referencias que hay en el cifrado sobre The Polygraphia y Three Books of Occult Phylosophy (ambos del siglo XVI) arrojaron poca luz sobre la antigüedad real del Necronomicon. De la misma forma, muchos de los sellos y caracteres indicados en The Key of Solomon son de origen desconocido y, sin duda, de fecha anterior a las más antiguas versiones conocidas de la obra. Todo lo que puede decirse con alguna certeza es que la existencia del Necronomicon implica la supervivencia de una tradición que se remonta muy lejos, hasta el oscuro y lejano pasado. ¿Hasta dónde? Nunca podremos saberlo.
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-- Señores, señores, prestenme atención por favor.
Y en la sala nadie hacía caso, todos los agregados a la Cumbre de Nuevas Ciudades estaban ocupados con asuntos personales, puesto que la comida ya había terminado y no era cuestión de ponerse a pensar después de tan fatigosa actividad de engullir y engullir. Pero el portavoz de la Mesa Grande insistió.
-- Bueno, pues se ha acabado la gracia, como no me escuche nadie empiezo a desintegrarles como está mandado, hombreeee.
El silencio se hizo como se hace el silencio en un pozo cuando hay una rana cantando y de repente se calla.
-- Eso es, muchas gracias. Después de esta gran comilona que a ustedes ha tenido tan ocupados, llega el momento de ponerse manos a la obra y pensar en el proyecto de Tructuctru. Varios aliados de la Zona Periférica están dispuestos a poner de su parte, pero nosotros también hemos de hacer algo.
-- Todavía no se nos ha especificado de qué se trata el proyecto Tructuctru, deberíamos saber antes dónde nos vamos a meter.
Dijo un pazguato con cara de almendra seca.
-- Es un proyecto que lo llevamos barajando desde hace mucho tiempo, y por lo tanto ya lo hemos discutido en diversas ocasiones, pero es evidente que con gente como usted no hay proyecto que valga. Bueno, bien, prosigamos:
"Los de la Zona Periférica están dispuestos a hacer una ciudad de tercer mundo de pura calidad, pero calidad, calidad, nada de actores que fingen que tienen hambre o enfermedades, como ocurre en Lejórivo, no, en Tructuctru habrá mendigos mendigos, y gente con las peores enfermedades que uno se pueda echar a la cara, y niños mutilados, y falta de alimentos las veinticuatro horas del día, porque claro, luego pasa lo que en Satisacro, que a la tarde aparecen mujeres muy tristes y apenadas con sacos llenos de pan duro, pues no, eso no ocurrirá en Tructuctru, habrá hambre y en serio.
"Evidentemente las calles de Trutuctru estarán siempre de obras y por la calzada habrá todo el tiempo coches y más coches. Las fábricas echarán por sus grandes chimeneas toneladas y toneladas de ácido maleático y estertorático, para así provocar cada dos por tres lluvias ácidas que harán de sus gentes la mejor ciudad de tercer mundo que nunca haya existido.
"También pondremos servicios públicos de todo tipo y que todos estén desbaratados siempre; el servicio de transportes en huelga todos los días, los servicios de limpieza ídem de los mismo, por su puesto no habrá alcantarillado, eso sería poner mejoras y no se trata de eso. Y como punto final los hospitales y centros de salud estarán dirigidos por incompetentes y matasanos; enfermeras en su mayoría, de esa manera la desatención al público será mayor y de peor calidad.
"Señores, con este proyecto superaremos las carencias de las ciudades más tercermundistas que haya en el Tercermundo, y es probable que de ésta manera nos pongamos en el sexto o séptimo mundo, cosa que nos alegraría mucho pues el premio nos lo llevaríamos nosotros.
Los agregados aplaudieron a rabiar hasta hacerse sangre en las manos.
(Tructuctru está en cada ciudad que existe en Arrakis ahora mismo, los diseñadores son las mismísimas gentes con ayuda de los gobiernos de toda clase y mandatarios de toda índole, y hasta en la ciudad más prestigiosa y más moderna, más rica y más limpia, hay Tructucturianos por todas las esquinas).
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Me parece que Miskatonic ya está muy visto, así que voy a ir con lo mío, con lo que se debe de ir por otra parte, porque lo de "que inventen otros", ya se ha dicho muchas veces y yo no soy de esos.
Odesbueis pertenece a uno de esos lugares imaginarios que hay que inventar para que uno se sienta mejor, a parte de que por su puesto que existe, no sé en qué constelación, en qué galaxia, pero está, eso es así de cierto.
Uno de esos ámbitos en los que uno puede esplayarse en imaginar historias extrañas, bien sea en forma de cuento bello y hermoso, o bien en forma de cuento de horror, terror y pánico, es el metropolitano; creo entonces que es mejor lo segundo, o sea, horror y tetricismo.
No es que a mí la oscuridad mala, fría y lúgubre me llame la atención, simplemente es que me fascina pensar lo que pudiera ocurrir en ciertas circunstancias que pudieran ser normales.
En toda gran ciudad existe una cosa que se llama "metro", que no es de medir precisamente, es un medio de transporte muy cómodo que te pone en el lugar de la ciudad que sea en un momento. Cierto es que sólo es cómodo cuando hay poca gente, porque cuando hay una barahúnda de gentío es verdaderamente lúgubre y tedioso y de todo lo malo que uno pueda imaginar.
Desde siempre el metro me ha infundido un terror muy notable, que aún hoy me dura, y cuando tengo que utilizarlo me da cierto reparo; es ver la monstruosidad de la gente en plenísimo directo; todo tipo de seres subnaturales recorren los pasillos, andenes y demás recobecos del suburbano.
Es posible que si ese medio de transporte estuviera sobre el suelo, o sea, una especie de tren ciudadano, o ese metro que se ve por Japón que va por el aire en un sólo raíl, la cosa perdería tetricismo y lo oscuro que por lógica tiene el que esté bajo tierra.
Una de las primeras gordas historietas que me dio por escribir empezaba en el metro; "El hombre que tenía 10 cerebros" Así, con ese título tan largo daba comienzo lo que iba a ser el fin del mundo, de nuevo. Y es que ese hombre que tenía 10 cerebros estaba cansado de soportar a la gente, así que un día se monta en el metro y decide que ha llegado el fin del mundo humano, porque sí, porque ya está bien de hacer tánto el tonto y no hacer nada constructivo. Por aquella época todavía no estaba yo muy seguro de si acabar con el planeta o no, así que el hombre ese decidió que no acabaría con el mundo, pero sí montaría una buena bronca para dejarlo todo patas arriba.
La verdad es que es una de esas historietas que escribes y que con el tiempo te da mucha vergüenza echarle una ojeada; y es que el pasado apesta un poquito, sobre todo si no te ha gustado ese pasado.
De todos modos el suburbano tiene algo de horripilante; nunca se podría imaginar uno que la especie humana pudiera acabar en un invento tan masificador, ni los animales de granja se dejan apiñar tánto como hace el humano en los medios de transporte. Y es que incluso hay gente que disfruta en ese horror del roce con otros cuerpos que al mismo tiempo están siendo rozados por otros y por otros; aplastados. Sencillamente repugnante.
Y es que en realidad el sentido de que en el planeta haya tantísima gente es por y para que la gente se amogollone bien y sientan ese calor que se le denomina "calor humano". A más gente, a más humanos, más agustito.
¿No os habeis fijado nunca en cómo va la gente al trabajo y en cómo vuelven a su casa? No me digáis que eso no son monstruos porque entonces es que estoy ciego, y de eso nada; que no sólo se ve con los ojos, hay muchos otros sentidos de observación y percepción que no son visibles precisamente a los ojos.
Me gusta lo de ahora, eso de viajar ya por fin mentalmente te quita de todos esos rollos que te pringan hasta la médula, si te dejas. Y sino coges el teletransportador y asunto resuelto.
Pero el Misterio sigue estando ahí, bajo nuestros ojos y sobre nuestras miradas.
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En todas las grandes ciudades del mundo están obligados a tener lo que se conoce como "Metro", ya que es el medio de transporte más rápido y a lo mejor más económico de entre todos los medios de transporte.
En todos esos "Metros" de las distintas ciudades del mundo hay que hacer lo mismo si quieres montarte en uno de sus vagones; bajar. Bajar siempre supone algo no muy cómodo, sobre todo si en tu modus vivendi está el Subir, que es lo más sano que hay para el Espíritu.
Una vez dentro de ese infierno en miniatura, -o a tamaño natural, depende de la profundidad de las distintas estaciones- puedes recorrer su laberinto como te venga en gana. Si conoces los itinerarios y sabes a dónde te diriges, no habrá mayor problema, pero, ¿y si no?
" Puedo coger la línea Azul o la Verde o la Roja, da lo mismo, en todas ellas hay gente y más gente". Se decía Rodhen a la misma hora mañanera de todos los días. "Probaré a coger la línea Amarilla, nunca he ido por esa, es posible que la cosa cambie".
Para coger la línea Amarilla Rodhen debía de ir por un nuevo lugar. Había oído hablar del extenso pasillo por el que habría de pasear para llegar a la citada línea Amarilla, pero como el que oye hablar de cualquier otra cosa; no le dio la menor importancia.
Hasta llegar al mencionado pasillo, Rodhen hubo de bajar escaleras y más escaleras; mecánicas y no mecánicas, pasar junto a todo tipo de vagabundos y gentes de mal vivir.
Cuando llegó al tortuoso pasillo notó la profundidad a la que se hallaba, el silencio casi total junto con ese sonido característico de las cuevas donde hay mucha humedad y las gotas caen en charcos ya formados desde no se sabe cuándo. La luz era más bien escasa, los fluorescentes que había a lo largo e interminable del pasillo parpadeaban continuamente; nadie más iba por ese lugar, nadie se atrevía a tan audaz propósito.
A medida que Rodhen avanzaba se preguntaba una y otra vez el por qué de haberse metido en tan tuguriesco lugar, y no tenía ganas más que de dar la vuelta y resignarse a aguantar a la gente de las otras líneas de metro. Pero ya era demasiado tarde, así que continuó con la caminata.
En uno de los recodos del pasillo se encontró con una persona que iba dando tumbos como un borracho, vestido con andrajosos pantalones y un aspecto lamentable en todo su cuerpo. Rodhen empezó a inquietarse, ese repugnante cosquilleo empezó a recorrer todo su ser y buscó todo su coraje para continuar el camino.
El apestoso vagabundo se dio cuenta de la presencia de Rodhen y empezó a gritarle que le diera algo, una ayuda para tomarse un café. Rodhen no hizo caso y continuó. El ser inmundo lo alcanzó y le agarró por el brazo, Rodhen quiso deshacerse de aquella insidiosa extremidad pero nada pudo hacer, la fuerza de aquél monstruoso hombre era más grande de lo que se podía pensar.
"Muchacho, ¿crees que puedes pasar por mis dominios y yo no voy hacer nada? ¿Crees que puedes pasearte por el Infierno y yo no voy a pedirte nada a cambio?!!". Acabó gritando el vagabundo convertido ahora en una espantosa figura mitad hombre, mitad puerco espín.
"No, no vayas a pensar ahora, maldito humano, que soy Satanás o algún mediocre de esos, ni tan siquiera Belcebú u otro cualquiera. Soy el Mal, el mismísimo Mal en cuerpo y depravación".
Rodhen quedó un poco perplejo, pero tampoco mucho, sabía mantener la calma en los peores de los casos.
""No me asustas, asqueroso vagabundo, ni tu eres el Mal encarnado ni la madre que te parió. Suéltame ahora mismo si no quieres que te denuncie a la policía"".
El monstruo rió con fuerza.
"Está bien, mequetrefe, no soy el Mal. Pues adelante, puedes continuar, luego no digas que no te lo he dicho. Continúa, continúa".
Y el monstruo rió aún con más fuerza.
Rodhen siguió su camino con paso acelerado, acompañando a su brutal bombear de sangre que lo escuchaba por sus oídos como nunca.
Llegó por fin a la tan deseada línea Amarilla. En el anden no había nadie, ni tan siquiera una mala mujer de la limpieza u otro vagabundo durmiendo en los bancos. Nadie.
Se escuchó el sonido de la llegada de un tren. Paró, como todos los trenes, abrió sus puertas y Rodhen entró. No había nadie. Pasó entre los vagones hasta llegar a la cabeza del tren, llamó a la puerta de la cabina de mandos; nadie atendió su llamada. Llegó a la próxima estación, bajó para mirar por la ventanilla del conductor, nadie había conduciendo la máquina. Rodhen empezó a inquietarse más que antes, salió corriendo escaleras a la superficie como un loco, tampoco se encontró a nadie en su camino. Llegó al exterior de la calle, en lo que debería de ser plena ciudad, no había nada, no sólo nadie, sino sencillamente nada.
Rodhen echó la mirada atrás y la boca del suburbano desapareció. Un jadeante respirar sintió en su lado derecho de su cuello.
"No soy el Mal encarnado, ¿verdad, muchacho?".
""Verdad, verdad, tú lo has dicho, pedazo de patán. Ya te lo he dicho antes, y por mucho que te pongas caretas raras y te rías con mucho volumen de voz, no eres el Mal ni pimientos en salsa americana. Todo ésto estaba previsto, pero no sabía que iba a salir tan bien. Aparta de mi camino, imbécil"".
Rodhen miró hacia el extraño y nuevo sol, y se evaporó acompañado de leves sonidos de campanas y briznas de agua de la mañana.
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Ciclo: "El Horror en el Metropolitano".
Han pasado muchos años ya, era difícil saber en qué época o en qué tiempo se encontraba.
Sabía únicamente que estaba más o menos consciente, y sus antiguos sentidos todavía estaban receptibles a lo exterior.
Aún así no podía confiar en lo que veía cada vez que accedía al metro, ni en lo que pudiera oir con sus oídos, mucho menos en los olores que hubiera pues siempre llevaba una mascarilla ocultando su olfato. Y los guantes impedían que el tacto se pusiera en funcionamiento. Decir no había nada que decir, tan sólo rezaba a su piedra Azul para que le protegiera de la masificación de cuerpos y más cuerpos.
Cada vez que pensaba en que él podía ser el siguiente, se ponía de color gris y todos sus pensamientos se nublaban.
Llegó otro tren, vió cómo mucha de la gente que le precedía para entrar eran engullidas por la masa. Quiso escabullirse, pero tuvo que entrar; había tenido suerte, no le había tocado a él, fueron los que estaban delante los que fueron arrebatados de la existencia.
Los cuerpos en aquellos tiempos no morían, sencillamente sufrían un horrendo acoplamieto; los cuerpos se introducían en otros, formando así moles de carne que quedaban atrapados en los vagones del metro, esperando a las nuevas víctimas, sin prisa, sin miedo, sólo ansiando el horror de los otros.
Pero él sabía que era diferente a todos los demás, se sentía en la obligación de serlo, para algo había estado una eternidad entre las sombras de la duda, entre el pánico del existir o no.
Las moles de carne esperaban a lo mundano, a lo que servirá como alimento justo en el centro de Kuk, allí donde la frontera de lo espantoso no tiene limitaciones. Él era una cosa distinta, sabía perfectamente lo que era el Horror y pasar otra vez por ello sería una tomadura de pelo muy insana por parte de los Dioses.
Saber sabía cosas, pero se sabía ignoto, perdido, encontrado y buscador.
-- Ah, maldito paraíso perdido.
Se decía con los ojos del alma bien abiertos, oteándolo todo como con hambre.
En la siguiente parada se bajó y recobró el ánimo como el que vuelve a respirar después de un susto.
Índice de relatos
"En el año 1996 más de cinco mil millones de seres humanos morirán a consecuencia de un virus letal. Los animales serán los únicos que resistirán la terrible plaga y volverán a reinar en el mundo".
(El Ejército de los Doce Monos)
Quizá no ocurrió tal cosa, de hecho parece que no ha pasado dado el año en el que ahora parece transcurrir todo. Pero cabe la duda, y bien rellenita. No se puede descartar puesto que los virus son de muchas clases y de mucha variedad.
En lo que no estoy de acuerdo es en lo del reino de los animales, eso ya está ocurriendo y no es precisamente un reino, los Reinos son de colores vivos y brillos dorados.
Lo que sí creo que ocurrirá no dentro de mucho es la aparición de una nueva especie de seres que evidentemente no serán para nada humanos, serán otra cosa cuyo nombre no puedo precisar en estos momentos, sé que serán Inmortales, y serán seres divinos, no sé si sencillamente Dioses o algo más.
La lógica mutación que hubiera de darse es la mezcla de el Reino Vegetal y la materia pensante; no habrá carne por medio, eso puedo asegurarlo; la carne es algo tan débil, tan vulnerable que sería un retraso introducir ese elemento.
El Reino Verde o Vegetal es el único al que se le debe algo, y ese algo es nada menos que la existencia, y a esa existencia es a la que hay que volver.
Las plantas tienen ese poder de la Eternidad que los Inmortales tánto deseamos adquirir, tanto por deseo como por necesidad.
Los Inmortales no precisan de ninguno de los actos que hace un cuerpo humano, todo en él es tosco y tendiente a la podredumbre, queramos o no. Un cuerpo está muriendo siempre, y más ahora que es encima el deseo de la mayoría de la humanidad; "Morir es ley de vida" eso no se puede olvidar.
Pero yo si, quiero olvidar eso y ser eterno, más que eso, Metaeterno, algo que ni si quiera se haya encontrado con el Principio y que por supuesto no se encontrará con el final, esos conceptos ya no existen, pertenecen al pasado, a ese pasado que huele horrendamente, porque todo pasado es fétido y retroactivo.
Falta poco para esa conjunción; Reino Verde y Reino de la Inteligencia, junto con la Omnipotencia Divina de los Deseosos de Vida.
Y si requerimos la Presencia al Reino Verde, habrá que llamar también al Reino Pétreo; los minerales y alcaloides y todos los Organismos Vivos del Subsuelo están llamados a organizar la Nueva Vida Futura. (Cuando hablo de los "organismos" del subsuelo no me refiero evidentemente a seres con sistema nervioso de cualquier tipo).
Una Planta sólo muere por falta de Amor, y el Amor es lo que rebosa en la Vida de un Inmortal, de un Mutante hacia la Metaeternidad.
Los virus que acabarán con la especie humana no son los que más o menos se puedan conocer ahora, nada que ver con la vulgar gripe o el "estreptococos" o lo que sea. Los virus de la seudocivilización humana es la comida trastocada, el ruido, las prisas tontas, la televisión, el trabajo en el sector servicios, los coches, el desconocimiento de la electricidad, los inventos inservibles, la tecnología... El mundo pisciano que todavía estertorea como un muerto que creen que está vivo.
(De los días en que todo recomenzará).
Dóstimus

La Página de la Fantasía
de Manuel Naranjo

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