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C U E R P O S

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Índice de relatos

Ciclo: "El Horror en el Metropolitano".

Han pasado muchos años ya, era difícil saber en qué época o en qué tiempo se encontraba.

Sabía únicamente que estaba más o menos consciente, y sus antiguos sentidos todavía estaban receptibles a lo exterior.

Aún así no podía confiar en lo que veía cada vez que accedía al metro, ni en lo que pudiera oir con sus oídos, mucho menos en los olores que hubiera pues siempre llevaba una mascarilla ocultando su olfato. Y los guantes impedían que el tacto se pusiera en funcionamiento. Decir no había nada que decir, tan sólo rezaba a su piedra Azul para que le protegiera de la masificación de cuerpos y más cuerpos.

Cada vez que pensaba en que él podía ser el siguiente, se ponía de color gris y todos sus pensamientos se nublaban.

Llegó otro tren, vió cómo mucha de la gente que le precedía para entrar eran engullidas por la masa. Quiso escabullirse, pero tuvo que entrar; había tenido suerte, no le había tocado a él, fueron los que estaban delante los que fueron arrebatados de la existencia.

Los cuerpos en aquellos tiempos no morían, sencillamente sufrían un horrendo acoplamieto; los cuerpos se introducían en otros, formando así moles de carne que quedaban atrapados en los vagones del metro, esperando a las nuevas víctimas, sin prisa, sin miedo, sólo ansiando el horror de los otros.

Pero él sabía que era diferente a todos los demás, se sentía en la obligación de serlo, para algo había estado una eternidad entre las sombras de la duda, entre el pánico del existir o no.

Las moles de carne esperaban a lo mundano, a lo que servirá como alimento justo en el centro de Kuk, allí donde la frontera de lo espantoso no tiene limitaciones. Él era una cosa distinta, sabía perfectamente lo que era el Horror y pasar otra vez por ello sería una tomadura de pelo muy insana por parte de los Dioses.

Saber sabía cosas, pero se sabía ignoto, perdido, encontrado y buscador.

-- Ah, maldito paraíso perdido.

Se decía con los ojos del alma bien abiertos, oteándolo todo como con hambre.

En la siguiente parada se bajó y recobró el ánimo como el que vuelve a respirar después de un susto.


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