Su óperaLa ópera de Beethoven, "Leonora o el amor conyugal" que se llamó en un principio, o "Fidelio" como se acabó llamando, es un clarísimo ejemplo de obra única ¿Para qué más óperas? Y sin embargo consigue hacer una obra maestra que después influiría nada menos que a Wagner. Cierto es que no es una ópera fácil de escuchar; en su primera versión, Leonora, había muchos fragmentos hablados, lo que los alemanes llamaron Singspiel, y que luego el mencionado Wagner utilizaría hasta la saciedad.Beethoven quiso dar a conocer con esa ópera su filosofía de la fidelidad, y ya no sólo conyugal, -de matrimonio y esas chorradas- sino la fidelidad en la amistad, en el trabajo, en la constancia de la vida. Desde luego que es más sencillo ver en Fidelio una simple historia matrimonial en la que hay mucho drama y ya está, pero el estilo de Beethoven no era ese. Yo he tardado mucho en escuchar esa ópera y más todavía en analizarla y estudiarla hasta sus más insospechadas consecuencias, y lo que he sacado en limpio es el enorme sentido de la seriedad por el sentimiento del amor verdadero a las personas amables que Beethoven tenía a bien amar. Su música, la música de la ópera comentada, es también muy especial, llena de motivos originales y de momentos musicales de enorme emoción y sentimiento. Y para finalizar los comentarios de la ópera Fidelio, -por ahora- diremos que Beethoven se enfrentaba a muchas dificultades; primero la época; el ejército francés había llegado ya a Viena, así que la ciudad estaba tomada y la gente no estaba mucho por ir a escuchar música. La obra se le había alargado mucho a nuestro Beethoven, y tuvo que ser una Princesa, la Princesa de Lichnowsky, la que tuvo que intervenir para suplicar a su autor que la acortara un poco. Algo que es nefasto, algo que lo que es a mi me pone enfermo, pues la Princesa, una mujer al fin y al cabo, utilizó sus "armas" para convencer al pobre Beethoven; unas lagrimitas por aquí, un recuerdo de su santa madre por allá, asqueroso, vamos. Y por último los editores y dueños del teatro donde se representaría la obra: En los principios del siglo diecinueve, la gente vienesa estaba todavía anclada en el pasado de Mozart, y dentro de esa gente se encontraban también los directores de teatro, y éstos se habían quedado con la mala costumbre de hacerse dueños de las partituras de las óperas que Mozart componía, quedándose éste sin el derecho de autor, por decirlo de alguna manera. Beethoven, que no estaba dispuesto a eso, luchó como un javato para impedir que eso ocurriera, así que se lo quitó de las manos al cerdo de aquél director de teatro diciéndole; "Yo no compongo para el vulgo". Y Beethoven se fué con su obra bajo el brazo. Claro, hay que entender que Beethoven le dijo aquello porque los editores y toda esa gente, si se quedaban con la obra, podrían hacer todo tipo de burradas, y convertir la ópera en algo ridículo y en algo que nada tendría que ver con lo que hizo su inicial autor. Pareciera que estoy obviando que Beethoven fuera sordo, pero nada más lejos de la realidad, es algo que predomina sobre todas las cosas, pero hay que tener en cuenta que esto que estoy haciendo no es una típica biografía del autor, es sencillamente un ligero estudio de uno de los Autores de Música más importantes de la Historia del Arte visto desde un ángulo nada convencional y que trato de dar un aspecto NO académico, NO científico, NO especialista de nada. Beethoven lo pasó muy mal por culpa de esa puñetera sordera, cuando eso se piensa por un instante, a uno se le ponen las almas alrevés y el cerebro de lado, y ya no sabes qué pensar. Muchas veces me gusta pensar que soy la reencarnación de sus oídos, para que aunque esté en el cuerpo que esté y en el alma que sea, pueda escuchar su obra tal y como la concibió, o al menos acercarse bastante. Hay que tener en cuenta que Beethoven compuso su obra de la manera más clara y más precisa, no sólo con la grafía de la notación musical; en los extremos de las partituras ponía anotaciones de tipo informativo para que el ejecutante tuviera las ideas bien claras; "Tocado con mucho sentimiento", "Tocado muy lento", y cosas por el estilo. O sea, que Satie, Erick Satie no inventó nada. Lo digo porque los "especialistas" dicen que Satie, músico francés del siglo diecinueve-veinte, fue un genio porque ponía en las partituras cómo se debíade tocar la obra, si es que se le puede llamar "obra" a lo que hacía ese señor. El caso es que Beethoven no daba por supuesto que con poner "adagio" o "lento" o cualquier otra indicación musical, el músico intérprete iba a entenderle. Es más, Beethoven, en sus conciertos para instrumento; piano, violín, violonchelo, las cadencias ya las dejaba él especificadas, o sea, omitía el "calderón" que hasta el momento los autores predecesores ponían en la partitura para que el solista se exhibiera; de eso nada, por lo menos hasta que Beethoven no reencarnara. Después los listos han hecho todo tipo de barabaridades con ese tipo de "exhibición". La utilización de los instrumentos en Beethoven
Si, esto es, los Pianos no eran simples Pianos, los violonchelos no digamos, el violín lo mismo, el clarinete... en fin, los instrumentos que deberían de sonar como todos los instrumentos no sonaban como tales.Beethoven sacaba de los pianos sonidos que nunca nadie había sacado, pero no sólo porque el Piano como tal apareciera en su época, pues antes existía el clavicordio, el piano forte, y por último el gran invento de Cristóphori, el creador del piano de macillos, que hacían al piano enriquecer la sonoridad. Pues lo que decía, Beethoven hacía que el Piano fuera otra cosa, una tormenta, un paseo a caballo, una caja de música, una caminata por la montaña, un saltar de duendes, un terremoto de 10 en la escala de Richter, un susurro en la noche estrellada, un delírio anhelante... Una sinfonía de cromatismos indecibles. El Violonchelo no era un simple instrumento de cuerda, algo panzudo y cuya sonoridad ulterior revelase la profundidad de su sonido. Beethoven utilizó el Violonchelo como expresión verbal de su sentimiento, haciendo que el instrumento se convirtiera en voz, en una Voz que canta a los abismos de las almas, a los espíritus bienaventurados, a eso que va más allá de la Luz. El Violín no era algo simplemente de virtuosismo. Beethoven tiene infinidad de obras para violín, y él no sabía ni cómo se cogía, -exagerando la cuestión, claro-. El Violín en Beethoven es un Pájaro, un Pájaro de fuego que muere y revive, vuela y navega por mares de inexistencia temeraria, surca los Universos y se enclava en Tierras desconocidas. En su sonata para piano número 30, -única no dedicada absolutamente a nadie- hay un momento en el que lo que está sonando es una campana en un campanario de un Templo lejano y antiquísimo, o interno en algún alma del Futuro, pero es algo asombroso, algo que los musicólogos de aquella época, -y los de ahora- no pudieron ni pueden entender, sencillamente no se podría hacer porque no viene en los tratados de música de ningín sitio. Pero el caso es que Beethoven lo hizo, y lo repitió y no dejó de hacerlo nunca, siempre por la innovación y la inventiba. En la sonata número 15, a la que yo llamo "Paseo por el Jardín de los Mundos", en su segundo movimiento puedes pasear tranquilamente a su son, pero no como un vulgar "andante", que de esos hay muchos, es otro tipo de "andar", como si de repente te convirtieras en un Elfo y caminaras por un bosque hecho a tu medida. En el caso del Concierto para Violín, -único en su obra y único al mismo tiempo en la historia de la música- escuchar su música y no ver el Pájaro que sobrevuela todas la Montañas y todos los Universos, es no enterarse de nada. Es curioso que haya varias coincidencias al respecto; ha habido algún biógrafo que otro que se ha dado cuenta de ese detalle y lo ha mencionado en su escrito, caso éste el de Max Esteinitzer, un musicólogo de los pocos que merece la pena leer por el contenido NO novelero o nevelístico sobre la obra y vida de Beethoven. Ese tal Max me gusta mucho porque dice verdades como puños y se queda tan tranquilo, como debe ser. Casi todos los "especialistas" dicen que Beethoven ha compuesto la música de su tiempo, y los vieneses la vivían con locura y desenfreno, y Max dice que de eso nada, que la gente no se enteraba de nada y que tan sólo pequeños grupos de la sociedad se daban cuenta de la profundidad y el calado de la obra musical de Beethoven, sobre todo los aristócratas y gente de esa; pues claro, como siempre, la pela da el sentido del gusto y la pobreza da el sentido de lo feo, lo normal. Hay un concierto alucinante en el catálogo de Beethoven que es para ver chiribitas en el cielo, se trata de el Triple Concierto para piano, violín y violonchelo, otra obra única donde las haya. Es la conversación musical más viva que se ha hecho jamás. Parece difícil creer que en una obra tan compleja los tres instrumentos solistas se pudieran distinguir de entre la orquesta sin dificultad, pero para Beethoven eso no era problema, contaba con su sabiduría y genialidad, así que nada iba a ser imposible para él. Lo que resulta de todo eso es una perfecta y armónica danza sonora que se escucha con el deléite más especial de los deléites. Hay un momento de la charla entre esos tres instrumentos en la que se intenta meter una flauta, algo increíble, algo que no podría ocurrir; la viveza de los instrumentos concertantes, la orquesta en ebullición y de repente una flauta que también quiere decir lo suyo, bestial. En su tiempo hubo un concierto para Clarinete, pero algún pedazo de cabrón se lo quedó, o lo quemó o sencillamente lo tiró creyendo que era un periódico escrito en algún idioma extranjero. De verdad, a veces dan ganas de hacer bestialidades con algunas gentuzas. Otra de las Obras Musicales únicas en Beethoven es la "Fantasía para Piano, Coro y Orquesta". Y es que una Fantasía como ésta mencionada no es necesario que se duplique o que necesite de la "Segunda Fantasía" o cosas de esas. La Creación de Beethoven es una Creación como muy bien dice el encabezamiento, para el Futuro, pues el Futuro gusta de cosas únicas. La Fantasía para piano, coro y orquesta es única además desde el principio hasta el final. Un solo movimiento es la que compone esta genial música: Empieza un Piano que parece estar llamando a seres de otros mundos, o quizás sencillamente a apasionados amantes que miran a una Luna llena, un espacio de Luz inmenso donde encauzar su Amor. El Piano se encuentra poco a poco con la Orquesta, una Orquesta de trepidantes guerreros cromáticos. El Piano y la Orquesta sigue un juego fascinante; suenas tu, suena el otro, se cambian, se entre cruzan, vuelan... Y como último cruce de caminos se encuentran Piano y Orquesta con un fulguroso Coro de voces Cristalinas que cantan a los mismísimos Dioses por el Paraíso hallado en el Corazón de los Hombres de buena voluntad, de buen hacer, de buen Amor. Puede que haya miles de palabras más para describir esa Música, pero de momento esas son con las me de manera sublime me he topado. |