Sistema de Inteligencia Weiß: Plantas Insumisas
Flowershop of Horrors, cap 5
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Yoji se sentó cómodamente en el sillón mientras Aya lo miraba fijamente.
-Que crees que hiciste? Echaste a perder todo.
El pelirrojo tomó su habitual pose de hielo. Yoji lo miró, divertido.
-Vaya...parece que eres de piedra...pero estabas muy preocupado por mi, no? Pues bien...ya estoy bien.
Aya se quedó muy callado ante el comentario de Yoji. Una de sus cejas se movió, delatando su confusión.
-Entonces...explicate.- El pelirrojo se sentó junto a su compañero.
-D no tiene nada que ver.- Yoji encendió un cigarrillo, -Las muertes no son culpa del Conde, pero si te hace feliz, iré a hablar con el para ver que averiguo....pero te repito que el no tiene nada que ver.-
-Y como sabes? A mi me parece que ese chino no es más que un actor consumado.
Yoji se quedó mirando la pared, y no contestó nada por un largo momento. Luego miró a Aya, y sin más contestó, -D es lindo, no?-
Aya casi se cae del sillón, y tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para no ahorcar a Yoji. -LINDO! Estás loco...puede ser un asesino.-
-Pero no lo es...solo es una muñeca de porcelana con un corazón lleno de secretos...- una sonrisa pícara le atravesó el rostro, -y creo que le gusto.-
Aya se quedó mirando a Yoji, boquiabierto. -Que?-
Yoji soltó una carcajada.
-Aya...la verdad, es que lo que pasó dentro de ese cuarto me convenció de que el es inocente...
-Pues entonces cuéntame que pasó, Yoji...
El castaño se levantó del sillón y se dirigió a las escaleras. -Tal vez después, Aya...- dijo, mientras comenzaba a subir hacia la florería.
(esa noche, la habitación de Yoji....)
Mirando el techo de su habitación obscura, Yoji seguía pensando en el extraño suceso de la gata. Aunque no podía explicarse que había pasado, estaba seguro de que D tampoco le había dicho toda la verdad.
"Cuando se acepta la realidad... el sueño desaparece....y despertamos...."
Las palabras del chino parecían tajantes...pero Yoji sabía muy bien que aceptar la realidad no cambia el hecho de que uno anhele las cosas. El despertar o no en realidad depende del punto de vista. Que tal si solo soñamos que estamos despiertos? O peor....que pasa si la realidad es una pesadilla?
Yoji soltó un suspiro y miró la luna a través de las ventanas abiertas, que dejaban entrar la brisa nocturna.
 -Estoy pensando en muchas tonterías, Misha...- dijo, al tiempo que la gatita bostezaba y se acomodaba junto a el en la cama.
El castaño cerró los ojos, y acarició la cabeza de la gata. Sus ronroneos comenzaron a arrullar al hombre.
La puerta se abrió lentamente.
-Quien es?- dijo Yoji, casi dormido.
No hubo respuesta.
Misha dio un salto, asustada, y comenzó a bufar furiosa. Yoji abrió los ojos de golpe y miró hacia la puerta.
Una sombra negra estaba de pie, mirándolo. El único color en la figura provenía de sus ojos verdes, que brillaban intensamente en la obscuridad. La sombra entró a la habitación y flotando, se encaminó hacia Yoji.
Misha saltó para esconderse bajo la cama, mientras Yoji miraba a la sombra acercándose. Las ventanas se cerraron violentamente, y luego se volvieron a abrir, rompiendo los cristales. El viento entró a la habitación, haciendo volar algunos papeles. La sombra de ojos verdes se detuvo, justo al pie de la cama. Yoji se sentó, dudando.
Un silencio total heló el ambiente, y un aroma a flores marchitas se dispersó en el aire.
Yoji se cubrió la nariz. El olor le daba nauseas. Olía a muerte. Olía al funeral de su madre. El frío, por alguna razón extraña, intensificaba el olor y lo hacía más desagradable. Las sábanas blancas que envolvían al castaño estaban frías como el hielo, igual que las sábanas que habían cubierto a su madre cuando la sacaron de su casa, cubierta de sangre.
Sangre. Sangre corriendo por las escaleras, como una cascada. No era como la sangre que tantas veces había derramado en su trabajo; era la misma sangre que el llevaba en las venas y que le había dado la vida.
Un suave murmullo salió de la sombra. Era una canción de cuna.
Yoji concoía bien esa canción, pero la había mantenido en un rincón obscuro de su mente para evitar que trajera recuerdos tristes.
-Ya...ya basta...ya...- fue lo único que Yoji logró articular, mientras se acurrucaba en un rincón de la cama, tratando de protegerse del olor y del sonido.
Luego hubo un silencio total, y una luz llenó la habitación.
Yoji abrió los ojos lentamente.
La luz del sol se colaba entre las cortinas. Las ventanas estaban intactas, y todo el cuarto estaba en orden.
Yoji se sentó, temeroso. En eso, Misha salió bostezando de debajo de la cama.
-Misha...- Yoji la llamó, con voz temblorosa. La balinesa saltó felizmente hacia su dueño y maulló contenta. El hombre tomó en brazos a la gata y la abrazó tan fuerte, que ella corrió haciendo un escándalo hacia la puerta.
Yoji se levantó de la cama. Estaba demasiado aturdido para poder pensar.
(un rato después)
Omi, como todas las mañanas, preparaba café en la cocina. Aya leía el periódico, y Ken bostezaba continuamente.
En una esquina de la cocina, Snow, Cookie y Salem comían de sus platos gustosamente. Misha entró veloz a la cocina y se paró frente a su plato, esperando a que le dieran de comer.
Aya levantó los ojos del periódico y miró a la gatita. Ella lo saludó con un maullido feliz. Omi se dirigió hacia la alacena para sacar algo de comida para gatos. -Yoji es un irresponsable. Yo soy el que siempre tiene que alimentar a su gata.-
Ken iba a decir algo, pero un bostezo le ganó. Aya se limitó a asentir con la cabeza.
En eso, Yoji entró a la habitación.
-Yoji-kun?- Omi miró extrañado a su compañero. - Son las ocho...que haces levantado?-
Aya y Ken también se encontraban sorprendidos.
-Nada...solo...quise levantarme más temprano.- Yoji le quitó a Omi la lata de comida felina y se dirigió hacia el plato de la gatita. Se sentó en el piso mientras vaciaba la comida al plato.
Ken se levantó de su lugar y caminó hacia Yoji. -Estás bien?-
Yoji asintió, sin emitir ningún sonido.
Misha comenzó a comer alegremente, mientras los otros tres gatos jugaban junto a ella.
Aya dejó el periodico. -Yoji...anoche...llegó esto...-, dijo, mientras señalaba algo en su regazo.
Yoji volteó hacia Aya. La gata balinesa de Yoji también volteó y maulló muy asustada, para luego saltar y colgarse de Yoji buscando protección.
En el regazo de Aya, una gata de pelaje color chocolate y ojos jade maulló. Su mirada era muy...muy intensa...
Yoji contuvo la respiración. -Dios mio....
 

 
continuará...