Dinero:

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Qué asco siento cuando pienso en ese vil metal que todo lo oscurece. Es bueno el dinero, si, es bueno cuando lo ganas de manera desinteresada y cuando tienes más o menos todas las obejas vendidas, pero cuando has de empezar una y otra vez se hace muy pesado.

Y es que eso de ir por libre en una sociedad llena de gentuza, es muy peligroso, y Beethoven es lo que hizo. Él quiso llevar a cabo todo lo que tuviera que ver con la puesta en escena de todas sus obras, y eso vale mucho dinero, ahora, antes y siempre.

Claro, todo el mundo come, todo el mundo al mismo tiempo "quiere" hacerlo, pero ¿todos tienen el mismo derecho?

Hay que pensar que en la época que Beethoven compone la Misa y muchas obras más, la gente está postrevolucionada, ya tienen en la sangre circulando la falsa cancioncilla de "todos iguales, todos con los mismos derechos..." y eso por mucho que lo pienses, no es así. Lo que quiero decir es que me parece ridículo que unos músicos que iban a trabajar para tan gran hombre, pidieran dinero por interpretar, y que alguien en su sano juicio pidiera un dinero para alquilar un teatro, pero bueno, eso ¿qué lógica tiene?

Beethoven compuso su obra para el honor, pero claro, había que buscar la manera en que ese honor diera sus frutos para esa peculiar manía del cuerpo humano que es el comer y hacer todos los gastos que hay que hacer para mantener el organismo más o menos vivo.

Hombre, en una primera época Beethoven no lo pasó mal, los príncipes y condes y demás burguesía aristócrata le mantenían con muy buenos emolumentos, pero cuando llegó la revolución a Viena, las guerras, la devaluación de la moneda y todos esos chiquichangueos, Beethoven se quedó en la puñetera ruina.

Es que de verdad, yo no sé todavía cómo hizo Beethoven para componer tan sublime obra, es que no lo entiendo: Sordo, casi ciego, con todo tipo de enfermedades, responsabilidades varias con un sobrino que le da por cuidar, llevar la economía por buen cauce... Si, todo hombre que se precie lo ha pasado mal, pero no todo hombre ha creado obras maestras para la eternidad.

Pero sí que entiendo cómo hizo para sacar adelante tánta creación magnífica; su corazón revosaba Amor, su Espíritu era tan grande como lo puede ser cualquier montaña que uno tenga en su interior. Su entereza le hacía continuar y crear y crear.

(Siento hacer aquí una parada técnica pero es que me ha sucedido algo increíble: Llevo buscando hace unos días información en el invento ridículo de Internet algo sobre Beethoven; sólo encuentro lo de siempre y alguna novedad; una tal "Casa Beethoven" en Barcelona y poco más. Pero el caso es que me he puesto en comunicación con una supuesta entendida en la materia universal de la música para consultarle si en España existiera una fundación Beethoven o "círculo" o asociación, o cosas de esas, y vamos, je, "una fundación Beethoven en España, eso en Alemania que para eso era alemán y tienen allí el Museo Beethoven y todo eso. En España hay que cuidar a Albéniz y a Tomás Luis de Victoria y a los nuestros..." Me he quedado más chafado que un acordeón. ¿Qué leches me importará a mí en estos momentos la obra de cualquiera de esos compositores tan magníficos españoles? Yo tengo la desgracia de sentirme enormemente atráido por la obra de un músico que hizo una músca para el Universo y para más allá de las constelaciones conocidas, un músico que hizo una música multiétnica y metahumana. No lo entiendo, de verdad, el mundo humano es un verdadero asco.

Lo que tengo claro es que no me voy a sentir ridículo por hacer lo que estoy haciendo, y no voy a pedir perdón a nadie.

Encima la tía esa me ha dicho que la Fundación que existe en España de Albéniz los fundadores no la hacen ni caso, que ella ha escrito hace poco un libro sobre ese autor y no precisamente con la ayuda de la Fundación citada. Pues vale, o sea, que para escribir un libro o lo que sea sobre alguien hay que decírselo la fundación precisa o a lo que sea equivalente. Continuaremos).

Albéniz...vaya tela. (Bueno, déjalo ya).


Las Sinfonías:

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Sinfonía número uno en lo que sea, estrenada hace 198 años, pues el 2 de Abril de 1800 se ejecutó por primera vez ¿qué os parece? Nadie en todo el planeta se ha dado cuenta de ese detalle. Me da lo mismo que ésto lo estés leyendo en el año 3457, es que me importa un pito o dentro de dos semanas.

La primera Sinfonía es una auténtica revolución, más revolucionaria y más duradera que la francesa pero con mucho.

Al principio parece que no, que es una sinfonía más de las que se hacían por aquella época y hasta un emperador las hacía con el dedo pulgar. Pero no, la Sinfonía número Uno de Beethoven es fuerte, vivaz, única, sin ningún tipo de referencias.

Es evidente que algunos no se pueden aguantar de decirlo; "Es una pura evolución del estilo mozartiano, completamente influído por el mejor de los mejores..." Eso duraría unos pocos de años, qué se le iba hacer.

El único movimiento de ésta sinfonía comentada que parece ser lento es el último, que empieza con bajas tonalidades, sonidos surgidos de una niebla densa y misteriosa, que de repente, y casi sin avisar, irrumpe la fuerza de un final colosal, como no podía ser de otra manera.

¿Precede algún acontecimiento a la primera sinfonía? Se me acaba de ocurrir esta pregunta, ya que me parece increíble que Beethoven esperara a los treinta años para componer su sinfonía número uno. Creo que lo que ocurrió fue una simple y a la vez complicada faceta de crecimiento interior, de preparación para lo que sería una de las fuentes de riqueza más importante en su obra y en su vida.

Lo que ocurre con las Sinfonías de Beethoven es que al estar tan vivas, mañana se pueden sentir otras cosas al escucharla.

Una verdadera obra de arte ha de mandar sobre el tiempo, nunca ha de quedar comprendida, asumida y finalmente apartada en un lado olvidado del recuerdo.

No sé qué sinfonía escucho ahora, lo que sé es que el sentimiento de evaporización que se me viene encima no es para quedarme de brazos cruzados. Todo lo que nos rodea nos llama la atención para que le demos vida, no podemos ser tan insensatos de abandonar a lo que nos aclama Vida.

El hecho de escribir sobre un autor que nos gusta no tiene más sentido que el de agradecimiento. Lo mismo que el poeta canta a lo que le ha llamado, el que escribe, sea éste escritor o no, también se seinte poeta. Poeta es creador, Beethoven lo era, pero lo era mucho más que otros creadores, no vale comparar, pero como se hace, lo digo.

Fandangos, polonesas, burrés, adaggios, andantes, sonatinas, óperas, sonatas, tocatas, preludios, danzas, rondós, todos los momentos musicales del mundo a los que se le han puesto nombres y muchos más, los han hecho todos los compositores, pero Beethoven lo ha hecho de otra manera, lo ha hecho de tal manera que ha enfurecido a Emperadores a Duques, a Poetas de renombre y a Clérigos respetados en toda Europa. Ha compungido más de tres corazones, ha hecho pintar cuadros que no existen en ninguna pinacoteca del mundo más que en el alma de los que han amado su arte.

No necesito fundaciones, los que gustamos de la Música de Beethoven somos su fundación, su torre de Marfil, su Palacio de los Tesoros. Y que no me digan los culturetas que hay que hacer cosas nuevas porque ya han pasado varios años desde la desaparición del autor de Bonn y aquí nadie mueve un dedo. Sé que no se tiene por qué ver, pero sentir si, y yo no siento nada que se acerque y sea novedoso.

Y es que hay amigos de Beethoven de su época que merece la pena mencionarlos: Había uno de apellido Holz que adoraba la obra de Beethoven, y decía cosas como ésta: "Después de Beethoven nadie lo superará, como Miguel Angel o Sheakespeare." Y de momento lleva toda la razón.

¿Cómo se sabe si se supera o no? ¿Beethoven superó a alguien?

No, no superó a nadie más que a él mismo, nadie por imitar, nadie a quién seguir. Beethoven conforma parte de la evolución de la Música, pero no quiere decir eso que fuera la continuación de los que ya existían antes.

Vivaldi no existió porque antes existiera Desprez, o Lasso, o Buxtehude. Bach lo mismo, Mozart no lo hizo porque existiera por ahí Haydn, o antes Haendel, o el msmísimo Bach. Todo eso son cosas que nos cuentan para que abramos la boca mucho y nos quedemos aperplejados y diciendo, "cuánto sabe éste tío", el que nos lo diga, vamos.

Pues eso, Beethoven no existió porque antes lo hiciera los que hemos citado anteriormente.

Tampoco es cierto eso que se dice tánto de que los grandes Genios cierran puertas. Mire usted, no, todo lo contrario, las abre. ¿Cerró las puertas Beethoven y por eso existió Bruckner o Schuman, últimos creadores de verdad? No, si hubiera sido así el chapoázo que la música metió a finales del siglo diecinueve se hubiera adelantado ¿o no?

Beethoven abrió las puertas más grandes, las de paso más Real y más responsable. Si Schubert hubiera tenido más ojo con sus actos incautos, hubiera continuado la Obra de Beethoven, pero no, no la de Beethoven en si, hubiera continuado su propia obra, pero con los sabios consejos de Beethoven.

Primer punto de diferencia: Sería más lógico decir que Sxhubert es la continuación de Beethoven que decir que Beethoven era la continuación de Mozart o Haydn. Por una sencilla razón; Schubert se siente envaucado por la música de Beethoven y la vive, la presencia en el estado puro de creación. Sin embargo Beethoven no conoce casi nada de Mozart en directo, y de Haydn alguna cosa, pero no como para desequilibrar los sentidos de papa Haydn.

Schubert si se deja desbordar, y quizá fuera por eso que no continuara su labor para con la música, "Muerto mi maestro, ¿qué sentido tiene mi lucha?" Se lo preguntaría o estoy ya cayendo en la novela, no creo.

Si, todo esto viene de hablar de la sinfonía que quería hablar, y he hablado, aunque pienso que si mañana volviera a hacerlo diría otras cosas.

Para ir a las otras Sinfonías:

Primera Sinfonía  .   Sexta Sinfonía
Segunda Sinfonía   .  Séptima Sinfonía
Tercera Sinfonía  .  Octava Sinfonía
Cuarta Sinfonía    .   Novena Sinfonía
Quinta Sinfonía

Una Carta

Último Sábado del mes, lo que significa que toca Tema Libre, qué bien, me encantan los temas libres. Hoy os voy a transcribir una carta muy simpática que Ludvig van Beethoven contestó un día a una niña que le escribió expresándole la admiración y lo agradable de escuchar su música. Así de repente pareciera que por aquellos años de 1812 hubiera discos compactos o algo así, pero no, se trataba de una niña de una familia rica o lo que es lo mismo, trabajadora. A continuación un preámbulo y luego la carta:

"" Una niña de ocho o diez años que vivía en Hamburgo, Emilia M., había escrito en secreto a Beethoven para decirle que su música le hacía feliz; había unido a su carta una cartera que había confeccionado ella misma con ayuda de su institutriz. Beethoven tardó en contestarle; lo hace ahora, lo mismo que una persona febril se inclina sobre un ramillete de flores frescas... "".

Toeplitz, 17 de Julio de 1812.

¡Mi querida y buena Emilia, mi querida Emilia!:

Mi respuesta a tu carta llega tarde; un cúmulo de ocupaciones y mi persistente indisposición me excusan. Mi presencia aquí para el restablecimiento de mi salud prueba la veracidad de mis excusas. -No arranques a Haendel, Haydn y Mozart su corona de laurel; les pertenece a ellos y no a mí todavía-.

Guardo tu billetera entre otras señales de la estima que me han demostrado otras personas, y que todavía no merezco.

Continúa, no ejercites tan sólo tu arte, sino penetra en su intimidad; él lo merece, pues sólo el arte y la ciencia elevan al hombre hasta la divinidad. Si alguna vez deseas alguna cosa, mi querida Emilia, escríbeme con toda confianza. El verdadero artista no tiene orgullo; bien sabe que el arte no tiene límites; siente oscuramente hasta qué punto está alejado de su objetivo, y mientras otros, puede ser, le admiran, deplora no haber llegado todavía ahí donde su genio mejor brilla para él como un sol lejano.

Posiblemente iría gustoso a tu casa, con los tuyos, que a las casas de muchos ricos en las que se adivina la pobreza de su espíritu. Si voy alguna vez a Hamburgo, iré a tu casa con los tuyos. No reconozco en ningún hombre otro signo de superioridad más que la bondad. -Ahí donde la encuentro, ahí está mi hogar-.

Si quieres escribirme, querida Emilia, dirige tu carta aquí, donde pasaré algunas semanas todavía, o bien a Viena; es lo mismo. Considérame como tu amigo y el de tu familia.

Ludvig van Beethoven

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Puede parecer una horterada, o algo de modé, o algo simplemente pasado y muy pasado. A mi me resulta de lo más bello, de lo más romántico en el mejor sentido de la palabra, en el mejor y más amplio y auténtico sentido de la palabra. Coincido mucho con esa carta porque me gusta ser un romántico, porque me gusta el buen nivel, las cosas agradables, porque cuando leo cartas como esas de hace tiempo se me pone la piel de avestruz y pienso que eso ahora mismo ya no se lleva, pero ni de broma. Escribes a alguien una carta así y se te ríen en la cara.

Escrito todo esto en la compañía de la música del gran genio; concierto para piano número tres, una pasada de todas todas.


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