Luis Chaves (Costa Rica, 1969). Publicó El anónimo (Ed. Guayacán, Costa Rica,1996) y Los animales que imaginamos (CONACULTA, México, 1998). Con este libro ganó el Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz 1997. Es coeditor de la revista de poesía joven latinoamericana Los amigos de lo ajeno, publicación que se edita y distribuye en Costa Rica y Argentina http://www.amigosdeloajeno.org/))) 
 
Los poemas desde "La bajita del rincón oscuro" hasta "Jonás" pertenecen a Historias Polaroid (Ed. Perro azul, 2000), uno de los tres libros finalista del Premio de Poesía del Festival Internacional de Poesía de Medellín 2001. (junto al de Marosa di Giorgio -Uruguay-, ganadora, y Antonio Piques -España-, también finalista) Los últimos textos son inéditos. 
 
 
 
La bajita del rincón oscuro 
 
 
Mamá quería que yo fuera mujer 
y que no lloviera nueve meses al año 
y que papá la sacara a bailar de vez en cuando. 
Pero era más probable amanecer un día con tetas 
o un cambio anómalo del clima, 
antes que don Luis la convidara un bolero. 
 
Hace varios años que mi madre dejó de soñar, 
hoy aguarda la vejez como un último trámite. 
Esa mujer que muchas mañanas 
lavó y secó los pies que más tarde  
una sola vez bailaron con ella, 
se sienta todos los días en las gradas de su casa  
a mirar el baile victorioso de la lluvia. 
Y para atender mis llamadas, 
cada vez menos frecuentes, 
ya ni siquiera puede levantarse 
por el peso de tanta música muerta en sus piernas. 
 
 
 
 
 
 
Reporte meteorológico a.m. 
 
 
 
Confundías el pronóstico del tiempo 
con el horóscopo. 
Alerta siempre del noticiero: 
tarde nubosa, lluvias aisladas por la noche 
y para vos era culpa del karma. 
 
Este año tendremos un invierno prolongado 
pero el resto de objetos y acontecimientos 
no presentará otros cambios 
que las sutiles degradaciones de la edad.  
 
Todo sigue idéntico. 
Ahora mismo puedo ver desde mi cuarto 
el camión del matadero, 
aquel que, mes a mes, cada día de semana 
se estaciona de madrugada frente a la carnicería. 
Allí van los estibadores, 
los despojos congelados al hombro. 
Un aire helado sale del contenedor  
y logra darle un matiz misterioso  
al trabajo de los hombres. 
 
Quizás sea más sano  
jalar reses congeladas a las cuatro a.m. 
que mirar desde una ventana  
cómo otros lo hacen. 
Tal vez sea menos nocivo  
cargar cosas muertas en la espalda 
que almacenarlas dentro de la cabeza. 
 
Se me ocurre que podrías tener razón, 
que lo que no acaba abruptamente se desvanece, 
que la filosofía es tan frágil como el zodiaco, 
y que hoy el mío leería: 
vientos fríos desde el interior, 
aislados flashbacks inútiles, 
mente nubosa el resto del año. 
 
 
 
 
 
La base de la sociedad 
 
 
 
Daría lo mismo  
que no hubiera nada en el refrigerador, 
las cuatro o cinco cosas que lo ocupan 
son incompatibles. 
Mostaza, leche pasada, 
tupper-ware vacío, película 135 mm. 
Si su madre supiera  
lo mal que se alimenta 
sería lo de menos, 
peor si supiera lo demás. 
 
El sabor a gripe 
que baja por la garganta 
anuncia otra semana  
de té, drogas legales y televisión. 
Días en que, si no fuera  
una frase tan cursi, 
diría "no se dónde  
ni cuándo empezó la tristeza". 
 
Su madre sabe lo mal que come 
y lo demás también, 
pero lo ve sin mirarlo, 
mirando detrás de él, 
hacia el pasado, 
cuando abría su refrigerador 
y de cada tupper sacaba 
un bocado de familia funcional. 
 
 
 
 
 
Flash forward 
 
 
En un extremo de la casa 
el niño aprende que la cera Genie 
no sabe a lo que huele. 
 
Al fondo del patio su hermano mayor 
llena una botella con agua y flores 
y la entierra, para que con los años  
se transforme en perfume. 
 
Vendrá después el invierno 
más largo de la historia, 
una vista aérea y nocturna de la ciudad. 
También navidades, sepelios  
y cicatrices que con lentitud de molusco 
se pasearán por la piel.  
 
El niño uno crecerá  
para hablar un idioma  
diferente al del niño dos. 
Este último para descubrir 
que las cosas no mejoran con el tiempo. 
 
 
 
 
 
Esteves sin metafísica 
 
 
Comer tostadas de pie 
es una postura poco favorecedora 
de ideas trascendentes. 
 
Aunque Zeus junte sus nubes 
y llueva y truene 
al otro lado de la ventana. 
 
Uno quisiera  
decir algo profundo  
pero lo único que emite  
son frases del tipo 
"qué manera de llover". 
 
 
 
 
Jonás 
 
Dos gaviotas se posan  
sobre el lomo de la ballena  
que amaneció en la playa.  
La espuma de las olas en retirada  
cava surcos alrededor  
del enorme cuerpo  
que respira con dificultad.  
Cuando los curiosos  
se acercan a tocarla,  
las gaviotas se van.  
 
Los adultos toman de la mano  
a sus hijos y les pasean,  
guardando una distancia prudente,  
a lo largo del cetáceo que agoniza;  
como si ellos supieran  
qué es lo que tienen frente a sus ojos,  
allí hundido en la arena,  
tostándose al sol, 
como un desecho exagerado del misterio.  
 
La marea, ahora en bajante, 
nada explica acerca de esta criatura  
que vino a morir entre desconocidos. 
 
 
 
 
Postal   
 
En el mar de la tarde, 
liso y calmo, 
una bañista solitaria  
entra hasta la cintura. 
 
La mitad de arriba 
observa algo que no vemos. 
La mitad de abajo 
no existe. 
 
 
Plan B 
 
Todas las decisiones equivocadas de tu vida  
hicieron que llegaras aquí. 
 
Bastó una correcta para alejarte. 
 
 
 
 
Cosas que asocio con otras  
 
 
Las huellas de aviones supersónicos 
dibujan autopistas aéreas. 
Visto desde la altitud cero, 
el jet se mueve a una velocidad falsa. 
Lentitud que no lo es. 
Silencio que tampoco. 
 
 
 
 
 
El peso de las cosas 
 
 
La lluvia agujerea la arena, baña el lento y solitario paseo de Mrs. Potter. Su rastro apenas distinguible de aquel de las gotas. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. El mar se acerca y se va. Se acerca. Se va. Como un hábil comerciante, en cada viaje entrega lo que no es de su utilidad; a cambio, se lleva la sutil huella del invierno y la introspección.  
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