LAS   PIRAMIDES   DE  EGIPTO

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Desde la Antigüedad, las pirámides de Egipto han despertado la admiración de viajeros y estudiosos. Monumentales e imponentes, siguen planteando hoy muchos interrogantes.

   Las pirámides de Egipto han sido, son y serán uno de los monumentos más admirados y estudiados de cuántos el hombre ha erigido jamás sobre la tierra. Incluidas entre el selecto grupo de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, han sido testimonios  mudos de la Historia durante más de 4.000 años, sin que aún hoy en día hayamos podido revelar todos los secretos que las rodean.

    Decenas de pirámides que desde hace milenios han marcado el sky line de Egipto, se levantan orgullosas resistiendo los avatares del tiempo y de los hombres que a lo largo de la historia las han expoliado y dinamitado, pero que ni aún así han conseguido disminuir para nada toda su grandiosidad.

MARCO CRONOLÓGICO Y GEOGRÁFICO

   El Nilo fue el eje a partir del cual los antiguos egipcios decidieron organizar toda su vida, pero también su muerte. Así, los Egipcios destinaron la orilla este del río para sus quehaceres terrenales, mientras que la orilla oeste la consagraron sus difuntos, quienes habían llegado a ella tras haber demostrado ante el tribunal de Osiris que su corazón estaba en el justo equilibrio de Maat.

   Es pues en esta orilla donde hallamos las construcciones en las que reposaban los cuerpos de los antiguos egipcios, las cuales fueron variando mucho a lo largo de la historia, debido a complicados y abstractos conceptos religiosos o por cuestiones meramente prácticas relacionadas con la protección de las tumbas y la salvaguarda de sus riquezas de los temidos saqueadores.

   De entre todas las tipologías de tumbas egipcias, las pirámides son las más emblemáticas; pueden ser de diferentes tamaños y aspectos, pero siempre responden a una sola y exclusiva función: ser el lugar de descanso eterno de los reyes y, en menor medida, de las reinas.

   La distribución geográfica de estos monumentos estuvo directamente vinculada a la ubicación del poder en el momento de su construcción. Desde las primeras dinastías y durante todo el Reino Antiguo (2575-2134 a.C.), la ciudad de Menfis fue la capital de Egipto, lo que supuso que las necrópolis de las diferentes dinastías de aquella época se situaran en sus inmediaciones, tal y como demuestran los yacimientos de Abu Roash, Guiza, Zawiyet el Aryan, Abusir, Saqqara y Dashur.

   El primer ejemplo de construcción piramidal, fue la pirámide escalonada de Saqqara, construida durante la III Dinastía, bajo el mandato del Rey Djoser (2630-2040 a.C.) provocó durante el Reino Medio (2040-1532 a.C.) el traslado de la capital un poco más al sur, enfrente al oasis de El Fayum, en Iti-Tawi, y de nuevo las necrópolis se situaron a su alrededor, concretamente en los yacimientos de el Lisht, el-Lahun, Hawara y, más al norte, Dashur.