Correspondencia con Don Gus / 134

Entrevista a Ricardo Magdaleno Rodríguez

Gustavo Arturo de Alba

Hacienda defiende el caso Serfin

Juan Castaingts Teillery

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Ellos saben cómo hacerlo

Miguel Molina

¿El misterio del cosmos?

E. Miret Magdalena

Elecciones en el Estado de México (Disponible sólo en formato PDF)

Roy Campos Esquerra y Federico Rosas Barrera

Los movimientos sectarios

Marco Antonio Venegas M.

A lomo de palabra

Germán Castro

Correspondencia con Don Gus

Gilberto Calderón Romo

Aguascalientes en Cifras

Carlos Reyes Sahagún

“Con las debidas reservas...”

Isidoro Cárdenas Rodríguez

Gilberto Calderón Romo

para Plaza de la Patria, que como dijo el poeta, tiene algo de Cruz y de Calvario

MUY ESTIMADO DON GUS:

MENTIRAS RADIOFÓNICAS

La Habana, agosto de 1999. Estoy franca y justificadamente indignado por los embustes que se transmiten por los medios de comunicación, no solamente en Aguascalientes o en México, sino aquí también, en la mismísima Perla de las Antillas y luego quieren que uno reciba con alborozo la llegada del próximo Milenio, cuando lo que nos recetan todos los días son violaciones a los mandamientos y en este caso aquél que dice que No Mentirás, aunque viéndolo bien, también se retuercen los demás, pa’ que es más que la verdad. El caso que nos ocupa es que a principios de mes y con el patrocinio de la FAO que debiera ser una respetable institución, pero ya ni en esa creo, se promovió la Semana Mundial de la Lactancia y los locutores haciéndose pasar por médicos hicieron gala de argumentaciones en pro de esa práctica nutricional, de las virtudes y ventajas saludables de la alimentación directa del seno femenino y yo, que últimamente me he sentido un poco debilucho y desnutridón, dije para mí mismo: “bueno, pues vamos a aprovechar esta noble iniciativa de las Naciones Unidas” y sin más me apersoné en la sección de lactantes del majestuoso Hospital Hermanos Almejeiras y no dudando de la generosidad de la Revolución, en cuanto me preguntaron que qué se me ofrecía, pues de plano le dije a una morena vestida de enfermera que solicitaba mi ración de leche surtida directamente de alguna fuente natural, tal y como aconsejan en el radio, imaginándome yo, que en ese lugar podrían tener nodrizas en abundancia dispuestas a mejorar el consumo de proteínas naturales de la población.

La muchacha como que no dio crédito a mi atenta petición y abrió desmesuradamente los ojos y luego algo le cuchicheó a su compañera de mostrador. Las dos quien sabe qué se dijeron y luego me pidieron que les repitiera mi requerimiento, lo cual hice con la mayor claridad que me fue posible: “Miren ustedes, acabo de oír en el radio las conveniencias de la lactancia natural, lo dañino que es la leche en polvo que incluso puede deteriorar la dentadura y entonces, pues bueno, aquí estoy, quiero que me proporcionen algún par de ubres opulentas a fin de darme una buena banqueteada y si se trata de una mulatica joven, pues mucho mejor”. Ya me imaginaba yo prendido de aquellos portentosos globos intercambiando chupetones a uno y otro lado y relamiéndome los labios ocupado en impedir que alguna gota se me resbalara de eso mundos de carne y maná a los que yo me prendía como becerro de año. Me cae que hasta las glándulas salivales se me pusieron en acción o como se dice vulgarmente, se me hizo agua la boca.

Excuso decirles que las paramédicas no me respondieron y me pidieron que esperara un poco mientras se entraron en una oficina. Al rato salieron en el séquito de una doctora con el rostro avinagrado y con gesto de militar autoritario que venía acompañada de dos forzudos custodios. La ñora me dijo: “Mira chico, aquí no estamos para darle gusto a locos, para eso está Mazorra (El manicomio) lo que podemos hacer por tí es regalarle un chupón y a ver si vas despejando el área que estamos muy ocupadas”.

Don Gus: Eso es una descortesía tremenda y una falta palmaria a la verdad. Lástima que aquí no hay Procuraduría del Consumidor ni respetan el principio bíblico de “Dar de beber al sediento”. Claro que también me dijeron que si quería yo pasar al departamento de Caballeros y yo enérgicamente, como los meros machos, me rajé, no sea que luego me quede la trompa abocardada y hasta capaz que me da una diarrea por ingerir ostiones descompuestos y la verdad es que, a esas cosas, yo no le hago.

Así es que no hay que hacerle caso a todo lo que anuncien por el radio, así venga el mensaje de la misma ONU.

TREMENDO FIESTÓN

Todavía ando medio crudo porque acabo de regresar de la gran pachanga a la que fui invitado en Inglaterra con motivo de los primer cumpleaños 99 de mi amiga la Reina Madre, Lady Elizabeth Bowes-Lyon, progenitora de Isabel II, reina de lo que queda del Imperio Británico. La ruquita es muy amiga mía y la conocí cuando iba a Aguascalientes a los informes de gobierno del doctor Francisco Guel Jiménez, con quien estudio en el mismo kindergaden de Pabellón. Eran compañeros de banca y creo que hasta anduvieron un poquito enamorados, pero nada serio, de esas cosas de niños que siempre nos dejan un grato recuerdo en la memoria.

Claro que las cosas ya no son como antes. Hasta hace unos años todas las fiestas eran iguales y los retratos de una parecían repetición de las anteriores porque los linajudos personajes aparecían siempre con las mismas parejas, pero desde que la princesa Ana se casó y divorció con un fotógrafo, la Corte es un auténtico desmóder. Cada ágape aparecen nuevos actores y ya no se sabe ni con quien anda cada uno, así es que con frecuencia se escucha que uno de los elegantes familiares le diga a los demás; “This is my new ruca” y ya nomás falta que organicen el intercambio de bicicletas para no seguir incorporando miembros adicionales a la real familia. Y es que cada nuevo conde o duquesa que se añade, cuesta una fortuna para mantenerlo, comprarle ropa, financiarle la asistencia a saraos, eventos deportivos, partidas de caza, viajes de recreo y todas esas ocupaciones tan productivas que tiene la realeza y todavía no se les ocurre cobrar derechos de autor al periódico The Sun y a los demás, por las sabrosas crónicas de los escándalos que protagonizan. Si pudieran vivir de eso, liberarían al cargado presupuesto inglés de los boquetes que abre su sostenimiento.

En el festejo a doña Chabela, todos los eventos fueron muy espectaculares, aunque para mi talante inquieto hube de soportar las largas esperas entre ceremonia y ceremonia y rodeado de atufados personajes que hablaban muy gangoso en ese inglés británico tan presuntuoso que parece como si todos estuvieran dando clases de dicción -My dea’. Imagínese usted don Gus, a los severos soldadotes del batallón del Real Cuerpo de Tambores cantando como niños el Feliz Cumpleaños a la viejecita, cosa que contrastó con las 41 salvas de obús disparadas por el Regimiento Real de Artillería en Hyde Park y el homenaje de la Guardia Galesa, ataviados sus integrantes con sus faldas cortas de cuadritos (*), tan breves que en dicha corporación militar no podría figurar sin bochorno aquél famoso Señor Patiño del cuento infantil, pero lo mejor estuvo en la parranda que nos corrimos en los salones del Castillo de Windsor que la soberana prestó para la fiesta a su señora madre.

Todo comenzó muy bien y cada cual sostenía en la diestra su vaso de scotch mientras dialogaba muy apropiadamente con quienes lo rodeaban, tan estirados que parecía que se habían tragado un sable de los que utilizaron los ejércitos del Foreign Office que mantuvieron a raya a los rebeldes de la India y Pakistán, pero a partir de que comenzó a circular el tequila Tres Magueyes y el ron Mulata, aquello fue un auténtico desmother. Como reza la canción: “Tocaron rocanrol y todo se animó” o como decimos en Cuba: “Se formó la gozadera”. Al grito de Fuera Ropa, la concurrencia se puso muy tropical y comenzaron a exhibirse los hilos dentales, las tangas, los minisujetadores, los boxers de florecitas y algunos hasta le hicieron al Full Monty en medio del desorden general. Unos duques y marqueses, ya alivianados, de plano se pusieron a hacer el trenecito ensartándose unos a otros y corriendo así como en una conga por los majestuosos salones y los regios jardines ingleses -desde luego- y cuando uno se zafaba, rápido le imprimía velocidad a sus desnudas piernas para volver a colocarse en la posición correcta y no interrumpir el curioso circuito de lores enferrocarrilados.

Al asomarme por una ventana vi, más allá de la engargolada verja de la entrada, a Mohamed Al Fayed -el papá de Dodi- que, ante la atónita mirada de sus múltiples guaruras, le daba vueltas encanijado a su lujosa limosina negra y tronaba poseído por la ira porque no fue invitado a las celebraciones. Se echaba unos buches de ron Paticruzado, luego arrojaba el vaso de cristal cortado al piso, con lo que quedaba más cortado, brincaba sobre el suelo jalándose los cabellos y a continuación se iba al claxon del vehículo para hacer los sonoros pitidos de: Ta-ta-ta-ta-ta y señalaba a la majestuosa edificación con lo que quería mentarle la madre a Su Majestad la reina Isabel II y a todos los que nos encontrábamos adentro. Yo me limité a contestarle “A veinte, caón” y me devolví hacia el festejo, aunque un poco muíno, lo que es más que la verdad, habida cuenta que yo no tengo vela en ese entierro más allá de la entrañable amistad y el tormentoso romance que tuvimos la princesa Diana de Gales y yo, pero esas son cosas privadas que la decencia me impide divulgar ni siquiera bajo la figura del secreto de confesión o la de testigo protegido por Scotland Yard, porque caballeros y gitanos legítimos hay pocos, pero hay, y como prueba, aquí estoy yo.

En el salón de los candelabros reales y en medio de tanta sana alegría, Lipe González se discutió con el Rap del Abarrote acompañado trabajosamente por la Real Orquesta Sinfónica de Buckingham que, una vez más, mostró sus aptitudes musicales, El Mosco Reyes se aventó el Vals del Zumbidito y estuvo chupando la sangre toda la noche a los concurrentes, oficio en el que tiene mucha experiencia; Abelardo Reyes Sahagún, en la onda tecno, interpretó el Mix del Camionero y el Taxista y ya como plato fuerte, presentaron a un mago de veras colosal: El ilusionista de fama mundial Jorge Papadimitriou, quien dio unos pases mágicos con sus manos asombrosas, con esas que ha conseguido hipnotizar a personajes poderosos y como resultado desaparecieron las joyas y el dinero de los concurrentes. El acto como que no dejó muy contentos a los miembros de la realeza, porque para salir de allí, en el Gran Salón Imperial, escenario de los mas señalados fastos de los Windsor, se organizó un ejercicio de maromas antes de que los invitados pudiéramos pasar al guardarropa y recoger los abrigos -en verano la gente elegante como nosotros, también los usa- y ganar la calle. El único que no hizo esa prueba fue el mago Papadimitriou, porque curiosamente, antes de ella tomó la precaución de desaparecer y dirigirse a Chile. El gobierno de esta nación austral dice que está dispuesto a entregarlo a los tribunales de los lores, solamente a cambio del adorado general Augusto Pinochet: “Dando y dando, palomita volando”. Y es que hay que tener en cuenta que ahora la justicia ya está globalizada y a lo mejor algún día se obra el milagro de que el hidrocálido devuelva lo que el viento se llevó del antes tan boyante Canal 6.

EL ECLIPSE EN LA CIUDAD LUZ

Todavía andaba yo en Europa -en sueños, claro está, porque el pasaje es muy caro- cuando me agarró el eclipse del miércoles 11 del presente. La cosa es que yo no me acordaba que iba a ocurrir el acontecimiento y cuando andaba por los Campos Elíseos de París como a medio día, de repente que se va la luz. Áchis, me dije a mi mismo, lo que es el desarrollo, en La Habana cuando hay apagón nomás se apaga la luz de adentro de las casas, pero aquí no se andan con cuentos, oscurecen hasta la del exterior. Y es que, pensé, la crisis de energía es tan acusada, que acaba hasta con el Sol. De buenas a primeras que levanto la vista al jíven -para los que no sepan inglés, al cielo- y por poco me quedo cegueto; Había chico eclipsote y la luna se esforzaba por tapar al Astro Rey -no manchen con el nombrecito- y que me pongo como árbitro de futbol sin poder ver las jugadas.

El caso es que anduve un rato a tientas por la calle y sí es cierto, alcancé a agarrar unos cuantos jamones femeninos -de los chorizos masculinos mejor no hablo- y que se me prende el foco -en medio del eclipse la circunstancia no pudo ser más oportuna- y aprovecho la fortuita circunstancia y que me pongo a pedir limosna con tan mala suerte que los hijos de la Francia no me dieron ni blanca con el pretexto de que están en proceso de conversión de los francos por los euros y no saben cómo va a quedar la cotización y fue así, de este modo peregrino -como los de San Juan de los Lagos- que me convertí en víctima ocasional pero efectiva de la globalización de Europa. ¡Qué le vamos a hacer! Bueno, pues hay que acordarse de que la Virgen de Lourdes en 1917 le dio una carta a Santa Bernardette donde le avisaba al Papa que el fin del mundo iba a suceder para antes del año 2000, que los banqueros se iban a llevar la lana, que Alfredo El Mosco Reyes iba a ser Senador, y Vicente Fox presidente de la República, que Roberto Padilla se iba a convertir en promotor de la cultura del no pago, que El Juli le iba a cortar las orejas a Manolo Ramírez de la Torre, pero en un pleito a cuchilladas, que Manuel Bartlett se iba a volver demócrata y que Rupert Von Bertrab, el técnico de la Gestapo que se ocupa ahora de actividades agrícolas, pronosticó que no iba a llover. Esas sí son calamidades como para acabar con todo y el eclipse que nos ocupa, no es más que un anticipo del Día del Juicio Final que ya se encuentra cerca.

EL JUICIO FINAL

Por cierto, y hablando de ese juicio, ya me supongo el desmadre que se va a armar. ¿Se imaginan compareciendo a Pedro Aspe, Guillermo La Periquita Ortiz Martínez, José Angel Gurría Treviño y Angel El Divino Rodríguez? cada uno delante de señores barbones vestidos con túnicas blancas como mujeres y delante de tamaños expedientes más grandes que los de Carlos Cabal Peniche y Raúl Salinas de Gortari?. Estos tecnócratas capaz que exigen a los 12 Apóstoles que les den el negocio de las indulgencias plenarias, pa’ pronto que se ponen a organizarlas, se las otorgan unos a otros, Jorge Lankenau las invierte en las off-shore del Purgatorio y al final en la perinola les sale el letrerito de Todos Pierden, y éstos muy abusados, le pasan la factura a los inocentes ángeles y a las 11 mil vírgenes -si va Porfirio Muñoz Ledo a lo mejor no deja ninguna. Y Ya que hablamos de políticos, éstos también tendrían que formar cola en las alturas; allí estarían formaditos Vicente Fox, Roberto Madrazo, Cuauhtémoc Cárdenas, Pancho Labastida y Manuel Bartlett, quienes de inmediato se pondrían a organizar el gabinete celestial, destituyen a San Pedro, Cuau y Fox hacen su alianza y piden subsidio y los del PRI, convertidos en Chamucos, llevan otra vez a Satanás al cielo. Madrazo y Leonardo Rodríguez Alcaine se encargan de redactar el nuevo Catecismo de Ripalda en el que explican que el Mandamás encanijado por las obscenidades de Adán y Eva los expulsa del Paraíso a base de madrazos y ordenan que los feligreses de la tierra, en vez de rezos y oraciones, se dirijan a la eternidad a base de albures, mientras que Roque a los querubines les hace su señal con lo que indica que ya se los torció como hizo con los contribuyentes del IVA. Diego Fernández de Cevallos y Salvador Rocha Díaz no pasan el examen antidoping y se convierten en defensores de los narcos, ya entrados en gastos, los nuevos funcionarios nombran a Polo-Polo como Papa para estar en onda y para rematar, Madrazo hace un spot de televisión en el que aparece con sus bigototes diciendo: “Que inge a su madre el mundo y el caón que lo mandó hacer”.

EL APOCALIPSIS NOW

Por cierto que ahora que la Secretaría de Gobernación y el cardenal Monseñor Norberto Rivera dijeron que no se va a acabar la vida según los boletines de prensa que dieron a conocer en torno al cumplimiento de las profecías de Nostradamus, más nos vale que nos vayamos confesando, no sea que sí pase, ya que esos señores son como los del meteorológico que cuando dicen que va haber cielo despejado, se suelta un ciclón que acaba con ciudades y cosechas y como ya dijimos, el eclipse de Europa es apenas un anticipo del final y que otra señal que no falla cuando se acerca Apocalipsis, es que va a caer una tormenta de popó acompañada de truenos apestosos y yo siento como que ya está comenzando a chispear y si no me creen, durante la próxima lluvia estiren la mano y luego pónganse a oler lo que cae del cielo y ya verán -ya olerán, mejor dicho- si tengo o no razón. Yo me pregunto cómo nos vamos a ver nadando entre toneladas de inmundicia a la hora de la inundación. No nos va a quedar otra que gritar: “¡No hagan olas!”.

¡Guácala!.

HASTA NO VER, NO CREER

Sostiene mi cuate Sergio Mújica Montoya, mejor conocido como El Barba-ján, que gracias a su muy amplia experiencia pedagógica, él ha descubierto remedios contra el terrible mal de la impotencia. Que si es pasajera -pontifica- que se le compre un pasaje en tren y que se vaya, pero que si obedece al síndrome de Pinocchio, que él le aconsejó a una amiga que agarrara el lánguido aparato como si fuera un micrófono y le contara mentiras, tales como que Manuel Reed Segovia es un avezado político muy cumplidor, que Santa Claus existe, que la reforma educativa está de madres, que él -como Fox- arregla la huelga de la UNAM en quince minutos, y que al poco rato de estar embelesada en estos dulces soliloquios y con los ojos entornados y relamiéndose los labios, la locutora empírica, siguiendo los doctos consejos de su mentor, vio con satisfacción que la cosa empezaba a crecer y a ponerse en condiciones. Con tono doctoral, el afamado educador afirma a los cuatro vientos que esta receta no le falla.

Yo, como Santo Tomás, mientras no vea ese prodigio, no lo creo.