II
Fotografiando hadas
El otro día vi un fragmento de una película que se hacía titular, "Fotografiando Hadas". Lo poco que vi me dejó con el cerebro dado la vuelta, y no por lo buena que era o espectacular, sino de lo malísima que era y de los recursos tan manidos y sobados que utilizaba para hablar de la magia.
Las hadas parecían madelmanes con tetas, una de las niñas protagonistas tenía la cara como amuñecada, y su expresión en vez de probocar dulzura a mi desde luego me producía una sensación de horror excepcional.
O sea, la película era una birria, y encima, la banda sonora no era tal banda sonora; una de las músicas que sonaba era una especie de fanfarria para orquesta de pueblo de lo más vulgar, y el segundo fragmento de música que sonaba, ¿cuál era? El Segundo Movimiento de la Séptima Sinfonía de Beethoven. La verdad es que queda bien en toda película. En ésta que os comento empezaba a sonar mientras uno de los protagonistas, el fotografiador de hadas, miraba por una ventana que daba a un paisaje todo nevado y muy vasto.
Quitaban la música de Beethoven, y al rato la ponían de nuevo, ya casi en el final, cuando al fotografiador de hadas lo condenan a muerte; abren la trampilla y fallece ahorcado. Entonces suena con más vigor ese segundo movimiento de la sinfonía Beethoveniana; el hombre que muere vé cómo salva a su esposa que había perecido al caer por una grieta de una montaña en su viaje de novios. ¡Vaya tontería!
Y no, no hay crisis de ningún tipo, es tánto así que por eso no recurren a músicas que ya tienen más años que la mar.
La crisis es tan espectacular que no hay banda sonora de película de ahora que tenga que recurrir a músicas del pasado, además músicas que son sencillas, porque el segundo movimiento de la Séptima de Beethoven, por muy de Beethoven que sea, es una música sencilla, colosal, pero sencilla, genial, pero sencilla, bueno... es que claro, es una música hecha para el Futuro y por un futurista. Nada, nada, que sigan en crisis y pongan toda la música de Beethoven en todas las películas :-) .
ENTRE DOS MARES, LY
Ese es el título de la película que una directora Belga hizo hace unos añitos. La película es de las que yo llamo fuertes, por su contenido, por su mensaje, por sus escenas y por su todo. No, no son escenas de violencia ni nada de ninguna de esas vulgaridades, se tratan de escenas que son fuertes porque muestran la otra cara de una vida llena de sentimientos que se quieren ahogar en ilusiones, ilusiones por otro lado que se quieren redimir con sustancias alucinójenas, pero que al final no hay nada más que la cruda realidad.
La banda sonora pernetece a un trabajo que Mertens había compuesto diez años atrás de la producción de la película, pero a la directora le pareció la música idónea para su idea fílmica.
Es una música la de Mertens llena de atemporalidad, esa es la clave de su ingenio. Va muy bien con la película porque de eso trata de alguna manera.
Ly, una niña al cuidado de sus abuelos en una de esas... bueno, no me sé el nombre de esas barcas que están flotando a los alrededores de los puertos de Hong Kong, pero el caso es que vive ahí. Sus padres, los padres de Ly, viven en tierra; su madre trabaja en un sitio muy raro y su padre es un pobre ciego que no tiene dinero ni para comer.
La niña anda siempre buscando trabajo por los buques que esperan el momento de desembarcar la mercancia, o que están esperando nuevo destino, o, como en el caso de otro de los protagonistas, están esperando al nuevo comprador del barco que ya no pertenece a la compañía a la que había pertenecido.
Este otro protagonista, que no me acuerdo de su nombre pero que viene desde Grecia, es el que acoge a Ly en su barco para que limpie y haga las tareas que tenga que hacer. Ly es una niña muy pequeña, pero los chinos ya se sabe lo que pasa: creo que trabajan desde el primer momento de nacer. Su trabajo se ve pagado con galletas y huevos duros, a parte de una especie de cariño que el griego quiere darle.
La música de Wim Mertens ambienta excepcinalmente todas las imágenes cargadas todas ellas con una luz, una profundidad y una elegancia inigualables a cualquier otra película. Una película ésta que por otro lado podría estar rozando lo cutre de manera muy fácil, pero la niña es un encanto y una sabia, el griego es un tipo extraño, taciturno y lleno de muchos pasados, y la música arrebata al más bruto de los brutos.
Mientras la música suena como si fuera de lo más normal; ese piano con esa voz que parece salida de otro mundo, el marinero griego quiere demostrar el cariño a la niña dándole un afectuoso abrazo; la niña se confunde, él más todavía, la niña desaparece mitad dolida mitad asuatada y al rato le trae una mujer de la calle. Ly creía que cualquier contacto con una persona del otro sexo, fuera cual fuera la edad de éste, significaba una relación física. El marinero intenta hacerla ver que no se trataba de nada de eso, que sólo era una muestra de afecto.
La música sigue sonando, la niña sigue trabajando, el marinero sigue enganchado del opio. Un paseo por la ciudad de Hong Kong ameniza un poco sus vidas, las llena de otro color que no sea el gris. La niña entra en un templo a rezar a los Dragones Sagrados. El marinero no entiende eso, pero lo respeta.
Las tonadas del piano son altamente emotibas. Ambos personajes almuerzan en un restaurante, conversan. Ly es un sabia encarnada en un cuerpo pequeño y dulce, y sus palabras están llenas de inteligencia. El marinero le pregunta que por qué quiere ayudar a todo el que le rodea, que por qué le ayuda hasta a él, que no es nadie familiar suyo, esto le contesta la niña:
"Porque de eso trata la vida."
La música continua su ascenso, el marinero llora, es un sollozo de explosión. Ly no se enternece con esas cosas y le dice que eso no se hace delante de desconocidos.
Cuando la música toca a su fin y por lo tanto la película también, se despiden en el puerto; la niña le regala un Dragón Sagrado bordado en una tela, pero se lo regala al Mar, para que su camino sea diferente, sea verdadero. La niña llora delante de él; ya no era un desconocido.
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Fue una de las películas que más me fascinó de entre todas las que he visto, y su música, resuena de vez en cuando en mi corazón.
A t m ó s f e r a s
Hay películas que tienen como banda sonora una especie de atmósfera; no hay nadie en especial detrás de la creación musical. Me explicaré: Todas las películas, buenas y malas, sean una gran producción o no, tienen a su artista musical para que ambiente sonoramente el largometraje. Pero en muchas ocasiones es como si no fuera nadie el que ha hecho tal cosa, como si la propia música estuviera ya en esa idea fílmica.
Me di cuenta viendo un fragmento de una película más o menos famosa; "Sentido y sensibilidad". Evidentemente la banda sonora no puede ser una cosa del otro mundo, de hecho desde el principio la música se muestra ridícula y algo hortera. Otro aspecto a tener en cuanta de por qué esto sucede en esta película es porque lo que importa es el rollo romantiquero que se extiende a lo largo de toda la producción, al igual que el sufrimiento del que padecen los personajes, que si tuviera una gran música esas escenas se desvirtuarían. Tampoco podría haber silencio; sería tedioso ver cómo se dicen las cosas tontas que se dicen si el silencio fuera el fondo.
Bueno, estoy haciendo quizá una crítica desmesurada, pues también hay momentos de un buen humor que ensalza algo al film.
Sin embargo, en esta misma película de la que os hablo, hay un momento en que la música se torna importante, o sea, nos llama toda la atención, y es que la música que suena es la de un músico ya consagrado, alguno de los de finales del dieciocho principio del veinte, siglo me refiero. Hace sonar esa música una de las actrices tocando el piano de manera maravillosa.
Entonces todo se vuelve muy serio; los personajes incluso van al son de esa melodía que aunque melancólica, es triunfal.
A título personal podría decir de la película que la idea es buena, que la idealización del Amor que se hace llega hasta tener sentido, sino fuera claro está, por esa pesadez de la parejita que se quiere mucho pero que no pueden casarse porque unos pertenecen a un clase social y otros a otra. Y es que eso ha pasado de siempre, y es por eso que los aristócratas no creemos en el amor paupérrimo y vulgar; al final todo se resuelve en la cama; detalle este que se libra de enseñar en la película, bueno, al menos el fragmento que vi era muy casto y muy digno. Y es que el amor, amigos míos es eso, a parte de respeto, atención, un galanteo desinteresado pero amable, y si todo eso lo acompañas de una buena banda sonora, al final te sale una película chachi piruli.
Concluyendo: Una película de este estilo no debe tener músicas de grandes pretensiones, ha de ser, como he dicho en el principio, una atmósfera que se cree a raíz de lo que los personajes hagan y sientan. No ocurre así en las películas de acción y suspense, donde la música ha de llevar una sincronicidad con el movimiento de las cosas, más que con el de los personajes, a no ser que estos últimos actúen como objetos.
Pero es preferible ver películas que estén hechas con sentido y con sensibilidad, la película y su música.
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